Hoy traemos a tres viejos conocidos. De menos a más tenemos a Gus Van Sant que ha presentado la que seguramente sea la peor película de su carrera, a Woody Allen que con su infatigable a ritmo de película anual esta vez trae una peĺícula por encima de la media de sus últimos trabajos y, por último, a Todd Haynes que tras ocho años alejado de la gran pantalla ha vuelto con una de las mejores películas de lo que llevamos de certamen.
Gus Van Sant, ese cineasta de alma bipolar que tan pronto hace una personal película de autor como un producto convencional de consumo masivo, es habitual en la Croisette desde que ganase la Palma de Oro en 2003 con Elephant. Repitió con Paranoid park (que ganó el premio especial de la 60ª edición), Last Days y Restless. Antes de ver cada nuevo trabajo suyo siempre queda la duda de que director encontraremos, el autor o el artesano, pero cuando Cannes escoge una película suya esperamos al primero. Sin embargo ayer empezó a despejarse la duda, los comentarios tras el primer pase eran devastadores y ya n se trataba del Gus Van Sant convencional, sino de una mala película.
Sea of trees trata sobre un hombre americano -Matthew McCounaghey- que decide suicidarse en un inmenso bosque de Japón que parece ser un lugar de peregrinación para esos menesteres. Estando allí se encuentra con un japones -Ken Watanabe- que quiere salir del bosque, arrepentido de su intento de suicidio, así que XXX decide ayudarlo. Mientras, a base de flashbacks iremos conociendo la difícil relacion de XXX con su mujer Naomi Watts- y los motivos que le han llevado a tomar esa decisión. De esta manera Sea of tales se convierte en una mezcla entre película de supervivencia y drama centrado en las relaciones, y el encontrarse a si mismo. Bastante convencional en su desarrollo y recursos, pero entretenida y con ciertos diálogos acertados.
Entonces llegan los finales encadenados, los recursos lacrimógenos, los trucos y giros y la película se despeña hacia el abismo de la vergüenza. Cada decisión argumental que toma el guión parece sacada del peor telfilm y un aura de new age impregna la película. Van Sant no sólo no lo arregla sino que hace un uso de las imágenes y la música que acentúa el despropósito y sólo queda echarse las manos a la cabeza (quien esto escribe lo ha hecho un par de veces durante la película). Primera gran decepción entre las películas a concurso.
A estas alturas no hace falta presentar a Woody Allen, uno de los grandes directores y guionistas de la historia del cine aunque haga años que, manteniendo un nivel digno, no está a la altura de su leyenda, claro que casi nadie mantiene ese nivel. Sin embargo ver una película del director neoyorquino casi siempre aporta algo, nunca se va uno del cine sin haberse entretenido, reído o pensado. Irrational Man no sólo no es una excepción, es una de las mejores películas de Woody Allen de los últimos años.
Empieza con un tono ligero, prsentando al personaje de Joaquin Phoenix como un profesor de filosofía brillante, carismático y nihilista y a Emma Stone como una alumna brillante también, pero rebosante de vida y alegría. Está claro que sus caminos van a cruzarse; pero la película sorprende volviéndose cada vez más turbia.
Al ritmo de citas de filósofos se empieza a desarrollar un acto dramático sobre la culpabilidad, el castigo y las consecuencias de nuestros actos, muy en la línea de Daños y perjuicios o Match Point, incluso Scoop. Un tema recurrente en Woody Allen, vamos. En algunos momentos abusa de la voz en off y da pena que no explote más la bis cómica de una otra vez grandísima Emma Stone; pero se ve a un Allen alejado del piloto automático que ha dirigido sus películas en varias ocasiones los últimos años. Joaquin Phoenix también aprovecha muy bien este papel en el que se muestra algo más contenido que lo que últimamente acostumbra.
Llevaba desde 1998 -Velvet Goldmine- sin estar a concurso una película de Todd Haynes. Carol, basada en una novela de Patricia Highsmith, ha supuesto su regreso y lo ha hecho por la puerta grande.
Cate Blanchett interpreta a Carol, una estilosa y adinerada mujer en tramites de divorcio. Cuando conoce a la joven Therese, interpretada por Rooney Mara, entre ellas surge algo especial. Hoy en día quizá no sorprendería tanto este planteamiento, quizá más de lo que debería, pero en los años 50 era una relación imposible. Todd Haynes nos muestra como evoluciona la relación, la sutileza del flirteo, los diferentes puntos de vista y necesidades generacionales y el entorno en que esto se desarrolla. Lo hace con elegancia, con delicadeza, sin cargar las tintas en ningún aspecto. Influenciado por la pintura de Hooper, su manera de jugar con la luz, con los encuadres y sobreencuadres convierte cada plano en una maravilla. Si le sumamos una gran utilización de la banda sonora y dos grandes actrices complementándose a la perfección y desprendiendo química y magnetismo, el resultado es que Carol es una joya.