Cannes 2015: día 9

Por Ricardo Fernández

Si por algo se está caracterizando esta edición de Cannes es por el poco nivel del cine francés a concurso. Resulta extrañamente llamativo que las películas francesas más aclamadas hayan estado fuera del Festival de Cannes, en La Quincena de realizadores. Hoy esperábamos que Jacques Audiard y Guillaume Nicloux levantasen el nivel, el resultado no ha sido todo lo satisfactorio que se esperaba.

Dheepan

Es la cuarta vez que Jacques Audiard compite por la Palma de Oro. En 1996 participó con Un hombre muy discreto; y no volvió hasta 2009 con la maravillosa El profeta, con la que ganó un premio especial del jurado y le sirvió para aumentar su reconocimiento internacional. Tras esa repitió con otra gran película como es De óxido y hueso en 2012 y este año con Dheepan.

La película comienza siendo un relato con trasfondo social sobre tres personas que escapan de Sri Lanka. Un soldado, una joven y una niña se harán por pasar por matrimonio e hija y serán alojados en unas viviendas sociales en las afueras de una ciudad francesa. Está filmado con el habitual estilo poderoso y seco de Audiard, algunos planos, como el primero en el que se ve al protagonista vendiendo una diadema luminosa, son para no olvidar. Poco a poco y con una sosegada pero imparable cadencia, sin perder nunca el pulso narrativo, la película va mostrando su verdadera naturaleza: el protagonista es el pasado que no va a dejar escapar a la falsa familia con facilidad.

El planteamiento, sin ser original, es bueno; pero el guión está repleto de situaciones forzadas y poco creíbles. La violencia del barrio donde viven, que termina por desvelarse como una especie de viviendas sociales como las que veíamos en el Baltimore de The Wire, va aumentando de manera paulatina hasta la explosión final, una explosión tan bien rodada como mal justificada. Es difícil creer que los personajes hayan llegado vivos hasta allí portándose como se portan con quien tiene el poder y las armas. El epílogo final termina por estropear una película que es mejor que el regusto que deja. Audiard sigue siendo un gran director, pero los errores que vimos en De óxido y hueso aquí se hacen demasiado evidentes.

Valley of Love

Guillaume Nicloux estrenó en España este mismo año El secuestro de Michael Houellebecq. Una película con un punto de partida interesante, a la que le faltaba un poco de valor para llevar su alocada propuesta hasta el final. Con Valley of Love el problema es otro: su absoluta falta de pretensiones. Un guión muy simple sobre una pareja, un ex-matrimonio, que inicia un viaje por el Death Valley en California siguiendo las instrucciones que ha dejado su hijo antes de suicidarse. Una especie de road-movie en la que los dos protagonistas Isabelle Hupert y Gerard Depardieu hablan sobre el pasado y… poco más. Ni los personajes ni sus reflexiones son interesantes, apenas hay arco dramático y el jugueteo con el fantástico se queda en un quiero y no puedo. Una película sin pretensiones que termina por no conseguir nada. Sólo hay dos cosas que destacar: los paisajes desérticos californianos y lo duro que tiene que haber sido para Depardieu rodar un película sobre la pérdida de un hijo, teniendo en cuenta su propia experiencia personal. Cinematograficamente es una película que no ofrece nada.

Mountains may depart

Si se conoce algo de la filmografía de Jia Zhang-Ke, su nueva película puede provocar cierto desconcierto. Dividida en tres segmentos, cada uno rodado con un formato de pantalla distinto que van desde el 1.33:1 al scope pasando por el 1,85:1, la película es una metáfora sobre el viaje al oeste, a la occidentalización, de China. Comienza en la fiesta de año nuevo de 1999, con una graciosa coreografía del Go West de los Pet Shop Boys, para centrarse en la historia de una chica cuyo amor se disputan dos amigos. Uno de los amigos es minero -la China obrera-, el otro es un rico de la nueva élite -la nueva China capitalista- y ella tiene que elegir que camino tomar, como la propia nación. No es demasiada sorpresa, y por eso lo digo, ver que el elegido es el nuevo rico. No es sorpresa porque todos sabemos qué camino ha elegido China. Esta primera parte está rodada con una textura y un estilo antiguo, acorde con la época que retrata, y si no lo supiéramos no diríamos que es una película de Jia Zhang-Ke. Ni por el estilo ni por la manera de remarcar lo obvio de los personajes, lo evidente de la denuncia.

El siguiente tramo de la película nos lleva a 2014, el formato se abre como China se ha abierto a occidente y veremos al minero muy enfermo y al nuevo rico separado de su mujer, planeando dejar China. Este segundo tramo es el más sutil, el más cercano a lo que conocíamos de Jia Zhang-ke y el más brillante. La tercera parte está ambientada en un futuro cercano y lejos de China y Zhang-ke vuelve a mostrar sus simbolismos de una manera tan descarada que impresiona. No es habitual que el genial director chino decida poner la denuncia delante de la historia, una historia que en palabras de uno de los protagonistas "es la historia de siempre, no nos ha pasado nada nuevo". Más allá de la sorpresa de esta decisión, y de la necesidad de pensar por qué la ha tomado, Mountains may depart es una película perfectamente narrada, muy bien enlazada, con momentos visualmente poderosos y algunos momentos de gran belleza y significado. Mención aparte merece la actriz Zhao Tao, realmente brillante. Seguramente no será recordada como una de las grandes películas de su filmografía; pero Mountains may depart tiene argumentos suficientes para defenderse como una película notable.

Mediterranea

Dentro de la semana de realizadores se ha podido ver esta pequeña película sobre unos hermanos emigrantes que dejan Burkina faso para recalar en Italia. El primer largometraje de Jonas Carpignano muestra todas las caras de la experiencia, desde las dificultades para salir, la travesía por el Mediterraneo o el enfrentamiento con una realidad en Europa muy alejada del sueño que tenían. A base de pequeñas escenas, de pequeños capítulos y siempre centrándose en las experiencias y sensaciones del hermano mayor, Carpignano dibuja un panorama durísimo al que se agradezca que no añada, como suele ser habitual en estas películas, ninguna carga personal más. La vida que muestra es lo suficientemente dura, el entorno suficientemente hostil, para necesitar añadirle algo que provoque compasión en el espectador. Campignano renuncia a un gran arco dramático, a un gran clímax, mantiene la película en un perfil bajo, pero dotándola de suficiente tensión y atmósfera para mantener al espectador interesado y atrapado por la historia. Una más que interesante ópera prima.

The treasure

Más cine rumano en Un certain regard, esta vez de la mano de Corneliu Porumboiu (12:08 al este de Bucarest y Police, adjetive). The treasure (Comoara) comienza con el típico tono de este cine rumano que relata los problemas de la clase media. Un hombre pide ayuda a su vecino para tratar de solucionar sus deudas con el banco, la crisis de fondo, los planos largos, el tono contenido, lo esperado en este tipo de películas. Pero poco a poco Porumboiu va cambiando el tono de la película que termina derivando en una comedia, también contenida, que muestra de fondo la corrupción de la sociedad en general y la manera que unos hechos van variando según quién y para que los cuente. De fondo está el relato de Robin Hood que le protagonista lee a su hijo al comenzar el metraje y que Porumboiu consigue enlazar de una manera inteligente. Una película sencilla, ligera, pero que muestra mucho más de lo que cuenta.