Por Carlos Elorza
Es lo que tiene la densidad de la programación de Cannes. Entre que uno cierra y vuelve a abrir su ordenador pasan cuatro películas a concurso y unas cuantas más en las secciones paralelas. En esta crónica hablaremos de las pelis a concurso. El resto las dejaremos para mañana.
Desde que el festival anunció su participación en esta edición, había curiosidad por saber qué Egoyan nos encontraríamos. ¿El de ‘El Dulce Porvenir’ o ‘Exótica’ multipremiado en los años 90? ¿O el de los últimos 10 años que encadena fracaso tras fracaso? A la respuesta le lleva un tiempo revelarse, pero cuando lo hace no ofrece lugar a dudas. ‘Captive’ es un nuevo fiasco del director canadiense. La película es una mezcla de thriller, cuento de ogro y princesa y melodrama con pincelada de ‘True Detective’ que narra lo que ocurre cuando 8 años después de la desaparición de una niña, empiezan a aparecer indicios que hacen pensar que quizá pueda estar viva. Un planteamiento rocambolesco que se mantiene en la primera parte de la película gracias a los continuos flashbacks que crean cierto aire de misterio y consiguen que ‘Captive’ se mantenga en un equilibrio inestable. Pero a medida que la película avanza y se van revelando sus enigmas, da la impresión que ese juego temporal no era más que un recurso (un gimmick como explican en la película) para tratar de disimular el poco sentido de la propuesta.
Los 196 minutos de ‘Winter Sleep’ de Nuri Bilge Ceylan eran a la vez de lo más esperado y lo más temido de este festival. Lo más esperado, porque el director turco se ha llevado algún premio en 3 de sus 4 presencias anteriores en Cannes y partía como uno de los favoritos para llevarse la Palma de Oro por primera vez en esta edición. Lo más temido porque su estilo cadencioso y los temas de sus películas son muy exigentes con el espectador. Y en ‘Winter Sleep’ sigue siendo así. Aunque esta vez, a diferencia de en ocasiones anteriores, la película se basa sobre todo en los diálogos. En ‘Winter Sleep’ se habla más que en todas las anteriores película del director juntas. Las imágenes de Bilge Ceylan siguen siendo fastuosas. En esta ocasión, los paisajes invernales de Capadocia y unos interiores en los que todos los objetos están dispuestos para componer el plano perfecto. Pero en ‘Winter Sleep’ sus personajes sobre todo hablan. Bilge Ceylan articula su película en base a largos diálogos (algunos demasiado) sobre las relaciones de pareja e interpersonales, ética y religión, la caridad… en un crescendo que va ganando en intensidad hasta un epílogo que sirve de excelente broche final de la película. Entre un reparto magnífico destaca el protagonista Haluk Bilginer que interpreta a un cínico, descreído y egocéntrico exactor, metido a escritor y propietario de hotel.
Es de agradecer que tras las más de 3 horas de cine intenso y exigente de ‘Winter Sleep’, el festival nos sorprendiera con la argentina ‘Relatos Salvajes’ de Damián Szifron, una comedia negra, muy divertida y bastante salvaje, como indica su título, compuesta por varios episodios independientes cuyo nexo en común es la reivindicación de la injusticia, las desigualdades sociales y la venganza del débil y el individuo contra el poderoso y el sistema; qué es lo que ocurriría si cuando decimos ‘ésta te la guardo’, pasáramos a los hechos. Un conjunto de 6 historias cortas muy consistente y que Szifrón dirige con pulso firme. Muy bien escrita e interpretada consiguió arrancar grandes carcajadas en su pase de prensa.
En la crónica anterior de Cannes, hablaba sobre lo bien que integraba Mike Leigh vida y obra de un artista en ‘Mr Turner’. En ‘Saint Laurent’ de Bertrand Bonello ocurre precisamente lo contrario. La película se centra en la vida del modisto galo entre 1965 y 1976. Las fiestas, la droga, su amante, Marrakech, su fragilidad… pero poco de lo que hace al personaje único, poco del artista y sus creaciones. Todo presentado de forma muy cool y sofisticada, elegante y refinada, pero vacía. ‘Saint Laurent’ es como un vestido en un maniquí de cualquier tienda de lujo. Luce muy vistoso, pero necesita algo más dentro para que adquiera todo su sentido.