Varios de los realizadores de más prestigio que ya se han desplazado al Festival de Cannes han firmado un texto de apoyo a Roman Polanski, actualmente en arresto domiciliario en una vivienda de su propiedad en Suiza. Si los acontecimientos no conocen un giro notable, el cineasta polaco será extraditado a Estados Unidos, por motivos legales bien conocidos.
Entre los directores que han manifestado abiertamente su apoyo figuran Bertrand Tavernier, Jean Luc Godard o el actor y director debutante Mathieu Amalric. Está previsto que otros realizadores que irán llegando esta semana a la Croisette también firmen.
En el texto, solicitan a Suiza que no acceda a un pedido de extradición que no consideran "legal" y a argumentaciones del estado de California que, entienden, se "basan en mentiras".
Esta petición coincide casi en el tiempo con un escrito reciente con el que Roman Polanski rompió su silencio (hasta la fecha había preferido dejar toda declaración en manos, o en boca mejor dicho, de sus abogados), y en el que exponía lo siguiente:
¡No puedo seguir callado!
Desde hace siete meses, el 26 de septiembre de 2009, fecha de mi detención en el aeropuerto de Zurich cuando me dirigía a recibir un homenaje por el conjunto de mi trabajo de manos de un representante del Ministerio de Cultura suizo, no he querido manifestarme y he pedido siempre a mis abogados que limitaran sus comentarios a lo imprescindible. Quería que tanto las autoridades judiciales de Suiza y Estados Unidos como mis abogados pudieran trabajar sin polémica por mi parte.
He decidido romper el silencio para dirigirme a ustedes sin intermediarios y en mis propias palabras.
Como todo el mundo, he tenido en mi vida mi parte de dramas y de alegrías, y no voy a intentar pedirles que se compadezcan de mi suerte, sino sólo pedir que se me trate como a todos.
Es verdad: hace 33 años, me declaré culpable y cumplí una pena en la prisión para delicuentes comunes de Chino -no en una cárcel para personajes importantes- que en teoría debía cubrir toda mi condena. Cuando salí de allí, el juez cambió de opinión y dijo que con el tiempo que había permanecido encerrado no había satisfecho por completo la condena; ese cambio brusco fue la razón de que me marchara de Estados Unidos.
El caso estuvo dormido durante 30 años hasta que llegó una cineasta que quería hacer un documental y que recogió testimonios de las personas involucradas en su momento, sin que yo tuviera nada que ver con ello. El documental dejaba claro que yo me había ido de Estados Unidos porque no recibí un trato equitativo, y desencadenó las ansias de venganza de las autoridades judiciales de Los Angeles, que se sintieron atacadas y decidieron pedir mi extradición a Suiza, un país que visito regularmente desde hace 30 años sin que nunca me hubieran molestado.
¡Hoy no puedo seguir callado!
- No puedo seguir callado porque las autoridades judiciales estadounidenses acaban de decidir, en una muestra de desprecio hacia todos los argumentos y las declaraciones de terceros, no estar dispuestas a juzgarme en ausencia, pese a que el Tribunal de Apelaciones había recomendado lo contrario.
- No puedo seguir callado porque el Tribunal de California acaba de desestimar la enésima petición de la víctima para que, de una vez por todas, acaben con mi persecución y dejen de acosarla cada vez que este asunto vuelve a ser tema de conversación.
- No puedo seguir callado porque mi caso acaba de experimentar un vuelco enorme: el 26 de febrero, Roger Gunson, fiscal encargado del caso en 1977, hoy jubilado, declaró ante la jueza Mary Lou Villar, en presencia de David Walgren -el fiscal actual, que tenía absoluta libertad de contradecirle e interrogarlo-, que, el 19 de septiembre de 1977, el juez Rittenband comunicó a todas las partes que mi pena de prisión en la penitenciaría de Chino correspondía a la totalidad de la pena que debía cumplir.
- No puedo seguir callado porque la demanda de extradición a las autoridades suizas se apoya en una mentira: en esa misma declaración, el fiscal Roger Gunson añadió que era mentira que, como dice el fiscal actual en su solicitud de extradición, el tiempo vivido en Chino fuera un tiempo dedicado a exámenes psicológicos.
En esta demanda se dice que yo huí para no someterme a la condena de la justicia estadounidense; sin embargo, en el procedimiento de "declararme culpable", había reconocido ya los hechos y había regresado a Estados Unidos para cumplir la pena impuesta; sólo faltaba que el tribunal ratificara este acuerdo cuando el juez decidió renegar de él para conseguir notoriedad en los medios de comunicación a mis expensas.
- No puedo seguir callado porque, desde hace más de 30 años, son mis abogados quienes no dejan de repetir que el juez me traicionó, que el juez cometió perjurio, que yo cumplí mi condena; hoy es el fiscal de entonces, de reputación irreprochable, quien, bajo juramento, ha confirmado todas mis afirmaciones, y eso otorga una dimensión y una luz totalmente distintas a este asunto.
- No puedo seguir callado porque hoy se repiten las mismas causas con los mismos efectos, y el nuevo fiscal que se ocupa de este caso y que ha pedido mi extradición están también en campaña electoral y tiene necesidad de salir en los medios...
- No puedo seguir callado porque Estados Unidos sigue reclamando mi extradición más para dar carnaza a los medios del mundo entero que para pronunciar un juicio sobre el que se llegó a un acuerdo hace 33 años.
- No puedo seguir callado porque estoy obligado a vivir en Gstaad y he tenido que pagar una enorme fianza que sólo he podido obtener hipotecando el apartamento en el que vivía desde hace más de 30 años, porque estoy lejos de mi familia y porque ya no puedo trabajar.
Esto es lo que quería decirles mientras conservo la esperanza de que Suiza decida que no hay motivo para la extradición y de que pueda reencontrar la paz y la familia con toda libertad en mi país.