Martin Scorsese está recorriendo mundo como probablemente jamás lo había hecho a lo largo de su dilatada carrera profesional, y no está siendo para promocionar ninguna de sus películas, si no en la más encomiable y altruista de las luchas que puede afrontar uno de los más reconocidos cinéfilos de la industria: La pugna por la salvaguarda de las muchas copias, títulos, películas en extremo peligro de desaparición por la precariedad y escaso número de copias existentes.
Son casi todas ellas viejísimas películas y, por supuesto, un alto porcentaje también pertenecen a trabajos firmados en países donde la inexistencia de una industria y la precariedad de los medios habituales dificulta enormemente la conservación de estos títulos olvidados.
Cannes fue el marco en el que Scorsese fundó en 2007 la World Cinema Foundation, una hermosísma y loable iniciativa que ahora conoce una nueva parada en el certamen galo, a donde se ha acercado el director de Taxi Driver (precisamente Palma de Oro en Cannes en 1976) para seguir al frente de esta particular lucha a la que se han adherido otros cineastas como Spielberg, Cuarón, Del Toro, Kusturica o muchos otros.
Scorsese aprovecha también esta alianza con Cannes para dirigir este año la sección destinada a proyectar algunas de las películas que ya han podido ser recerupadas y restauradas, una sección que existe incluso antes que la iniciativa del realizador italoamericano, concretamente desde 2004. Las vacaciones del señor Hulot, de Jacques Tati, o Las zapatillas rojas de Michael Powell (una de las debilidades reconocidas de Scorsese) han sido vistas ya en este arranque de festival.
En palabras de Scorsese: "La restauración y salvación de películas es una batalla dura, porque siempre nos falta tiempo. El cine vive sobre un soporte delicado que se deteriora si no es bien almacenado, y si la situación en un país como Estados Unidos ya es preocupante, imagínense lo que ocurre en países que no pueden permitirse estas operaciones de rescate". El veterano cineasta insistió en que se están perdiendo "irremediablemente grandes películas de la historia del Cine".
En una de sus comparecencias en esta edición del festival, Scorsese aprovechó para citar un ejemplo diáfano: Se ha perdido un 90% del cine mudo realizado en los EE.UU. Incluso un título de la relevancia histórica de Juana de Arco (Dreyer) se perdió por completo entre los años 1932 y 1981, año en que fue encontrada una única copia en un lugar inverosímil: un manicomio de Dinamarca.
Actualmente, la fundación compagina esta lucha y el trabajo técnico con el esfuerzo por que, posteriormente, certámenes y demás citas del ámbito cinematográfico proyecten las copias restauradas. "Tienen que ser mostradas a la gente, si no, no tiene sentido".