¿Dónde están las nubes de Sils Maria?

Clouds of Sils Maria es lo nuevo de Olivier Assayas. En realidad, ya no es tan nuevo. Lleva ya algo de tiempo editada en DVD y Bluray en Francia, por ejemplo. Pero digamos que es lo último que ha estrenado Assayas, por ser exquisitos.

Hablar de él, a estas alturas, es hablar de uno de los nombres propios más relevantes de la cinematografía francesa, una industria en la que tendríamos que poner más que dos ojos, si físicamente pudiéramos, a fin de intentar hacer nuestras sus buenas prácticas. Pero ese es otro tema.

Hablar de Assayas es hablar del responsable de maravillas como Las horas del verano, películas irregulares pero tan estimulantes como Irma Vep o la más reciente Après mai, o incluso trabajos para TV de gran repercusión: Carlos (trabajo de más de 330 minutos que fue estrenado en el Festival de Cannes pese a su naturaleza televisiva).

Olivier Assayas, sonriente y ajeno a lo que se cuece en España...

Hablamos, pues, de títulos importantes, de un creador que se ha aupado entre los nombres clave del país vecino. Y en Clouds of Sils Maria llega de la mano de dos actrices que convierten la película casi en un acontecimiento.

Primero, porque se trata de una película en la que Assayas, centrado en la figura protagónica de Juliette Binoche, invita a reflexionar sobre la propia naturaleza de una gran estrella del cine que envejece, que debe asumir que su rol en la industria es ya otro, exclusivamente por ese pequeño percance: los años pasan para todos. ¿Cómo afrontar esta realidad cuando la llegada de nuevos talentos es casi un martillo que se encarga de recordártelo, quieras o no? ¿Cómo se entienden ahora los papeles de juventud, cómo se recuerda ahora el modo en qué se afrontaban entonces aquellos primeros trabajos?

Hablamos de Juliette Binoche, damas y caballeros, una de las grandes de Europa. Ha trabajado para los mejores: Godard, Carax, Malle, Kieslowski, Minghella, Haneke, Téchiné, Cronenberg... Historia viva del Cine, amigos.

Hablamos de la constatación de una actriz, también, a la que su ligazón (de por vida, su gran desgracia) con un título de público preadolescente ha hecho muchísimo daño; pasarán años antes de que muchos dejen de prejuzgarla sin ánimo de revisar ese juicio ni durante ni después. Ella es, por supuesto, Kristen Stewart, que aquí ofrece el contrapunto a Binoche y lo hace de manera notable, con una naturalidad que incluso le hace destacar por encima del resto de elementos, pese a su rol secundario.

Hablamos pues de una actriz que, para sorpresa de muchos miopes, en Francia ha sido premiada con el César a mejor actriz secundaria -galardón nada desacertado, más allá del plus mediático que haya pesado a la hora de tomar la decisión.

Clouds of Sils Maria ya se ha visto en gran parte del mundo. Por supuesto, se estrenó en Cannes. Se ha visto en las mejores salas de ciudades como Nueva York, Munich y tantas otras. En salas comerciales en su país se pudo ver hace ya casi un año, en verano de 2014.

Clouds of Sils Maria no se ha podido ver en cines en España, todavía. Hay que esperar a junio. Un-a-ño-des-pués.

Utilizo la cinta de Assayas como mero ejemplo. ¿No son suficientes sus atractivos para estrenarla en condiciones, y no cuando el resto del mundo la ha visto ya tantas veces como ha querido, a través de las platafomas que haya elegido?

Si esto pasa con Assayas, imaginad cuán jodido está en nuestro país el cine más modesto, más débil, más sufrido.