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Ya sabréis unos pocos, creo, que no soy precisamente un fan del cine de Almodóvar. Pero bien sabe su Señoría, igualmente, que tampoco soy de los que le atacan por sistema, de forma casi indiscriminada. Entiendo que estamos ante un realizador de voz innegablemente reconocible, un creador insobornable, una figura que ha sabido construir eso que se suele llamar "un universo propio" a partir de sus intereses y obsesiones, sin miedos. Repito: Innegable. Y aplaudible. A partir de aquí, con Almodóvar se aplica la conocida máxima: o te gusta o más vale que ni asomes el hocico.
Ante tan particular universo creativo, para Almodóvar, encontrar un compositor que haya sabido otorgar a sus intereses narrativos el tono musical que él creía necesario ha sido poco menos que una pesadilla de largo recorrido. Y eso que Pedro ha trabajado con algunos nombres de postín: Sakamoto (Tacones lejanos) o Morricone (¡Átame!) son claros ejemplos. Con el italiano incluso se montó una trifulca importante: El director renegando de la música y el compositor acusando a aquel de haber destrozado su partitura en el montaje. En fin; egos, egos...
Pero la travesía en el desierto llegó a su fin, y allí le estaba esperando Alberto Iglesias. Sus dos primeras colaboraciones, La flor de mi secreto y Carne trémula, le sirven a Almodóvar para ir ganando en confianza poco a poco, para ir dando más minutos en el montaje final a la música original compuesta por Iglesias, frente a las habituales selecciones musicales tan características de Almodóvar.
Así, llegamos a Todo sobre mi madre, donde Almodóvar confía ya gran parte del peso musical a la partitura de Alberto. El compositor vasco le ofrece cortes de una intensidad dramática y emocional en la que Almodóvar logra, por fin, la paz que nunca había encontrado en un terreno que, para él, había sido campo minado hasta entonces.
>> ESCUCHAR aquí el corte "All about Eve", de Todo sobre mi madre.
El cuarto trabajo de Iglesias para el manchego es Hable con ella, donde firma todo un hit: El tema principal de la película es ya célebre, una maravilla de espíritu flamenco, una virguería con una suave base rítmica de cuerda y una guitarra solista que se adorna para ir alternándose con el violín solo. Una delicia, de lo mejorcito que ha escrito Iglesias.
>> ESCUCHAR aquí el tema principal de Hable con ella.
Llega La mala educación. Almodóvar se pone en clave noir y para la música hay una referencia clara: Bernard Herrmann. Siempre sin perder el estilo cada vez más dibujado de Iglesias y, por supuesto, el universo sonoro que viene construyendo para Almodóvar. Con esta mixtura, el tema principal de la película nos deja clarísimo, ya de salida, por dónde van los tiros. Otro de los grandes aciertos del compositor guipuzcoano.
>> ESCUCHAR aquí el tema principal de La mala educación.
Volver y Los abrazos rotos, siguientes colaboraciones Iglesias-Almodóvar, recurren quizá de modo más directo a lugares ya comunes en esa particular amalgama sonora que juntos han venido creando. Los esfuerzos ante diferentes influencias de los dos anteriores trabajos los hacían más complejos, seguramente.
En Volver recurre, una vez más, al apoyo de la cuerda como guía rítmica de toda la partitura, y con la guitarra y el piano como elementos protagonista en ocasiones puntuales. Todo disfrazado con un tempo más frenético que de costumbre, quizás.
En Los abrazos rotos encontramos una vertiente de Alberto Iglesias muy reconocible, más inclinada a una partitura muy sentida, más melódica, lírica. Esto no quiere decir que no recurra también a pasajes "marca de la casa" construídos a partir de bases muy rítmicas -siempre protagonizadas por la sección de cuerda.
Lo que sí queda patente, ya desde La mala educación seguramente, es que Iglesias se maneja cada vez mejor (y más a gusto) en el suspense emocional que tanto explota y explora Almodóvar.
>> ESCUCHAR el corte "Las vecinas. Variación", de Volver.
>> ESCUCHAR el corte "Tema del amor ciego", de Los abrazos rotos.
>> ESCUCHAR el corte "La noche", de Los abrazos rotos.
Lo que no podemos dejar de señalar es el modo en que Iglesias, quizá dejándose llevar por el particular enfoque visual del cine de Almodóvar, se va permitiendo probar nuevos timbres, instrumentos hasta ahora no probados en anteriores partituras, como es el caso del órgano en el corte que ahora escuchamos:
>> ESCUCHAR el corte "Dona sangre", de Los abrazos rotos.
Y llegamos a La piel que habito.
Analizar la música de lo nuevo de Almodóvar sin haber visto aun la película es, quizá, estúpido. En cualquier caso, toca ceñirse únicamente a la música desnuda de las imágenes a las que pertenece.
O quizá, simplemente, limitarse a escuchar. Lo que nos ofrece aquí Alberto Iglesias es un tema principal (y variaciones) simplemente portentoso, a partir de un solo de violín, de desarrollo muy arpegiado, y con un intensísimo apoyo de orquesta de cuerda. Otros pasajes de la partitura son simplemente más oscuros, tenues pero obtusos, más incómodos de escuchar.
El piano tiene mucho que decir en estas partes, aunque Iglesias no se corta a la hora de explotar la sección de viento metal, más potente, e incluso instrumentos eléctricos; muy al hilo con el dramatismo extremo y extravagante, en ocasiones, de Almodóvar. Talento al servicio de las imágenes, en definitiva.
>> ESCUCHAR el corte "Los vestidos desgarrados", de La piel que habito.
>> ESCUCHAR el corte "Rojo y negro", de La piel que habito.
Pero, como decía, es preferible esperar a disfrutar la música en su contexto adecuado y, de hecho, único: La propia película. Más allá de filias y fobias, es uno de los estrenos del año. Y escuchar la música de Alberto Iglesias siempre es un placer.
>> Playlist con todos los cortes citados en el artículo.