La Razón, este pasado fin de semana, publicó una entrevista con Mariano Ozores, discutible figura del cine español que nos "regaló" una larga serie de títulos (casi llega a la centena de películas, el tío) que conformaron -junto a otros nombres propios bien conocidos- una suerte de subgénero que acabó por conferir al cine patrio una imagen que, cuanto menos, no fue del todo beneficiosa a la larga.
Su regusto por el humor más casposo no quita que Ozores sea un hombre bien avispado, "con los huevos negros" que diría el refrán castizo (y casposo, al hilo de todo esto) y que supo lo que tenía que hacer para ganarse el pan sin problemas en aquella industria balbuceante.
Y ya que hablamos de industria, a lo que iba: No es que sean estos buenos tiempos para hablar de "industria española"; el modelo se tambalea. A este respecto saco a colación la entrevista publicada en La Razón, que está teniendo no poca repercusión en la red: Veo que varios blogs temáticos entran al trapo de las respuestas de Ozores. Yo, concretamente, me centro en una de sus respuestas:
"Antes escribías un guión, se lo dabas al productor, éste se ponía de acuerdo con un distribuidor y rodabas. Ahora hay un jefe de producción que te pide 10 copias para enseñárselo al político de la comunidad, al directivo del canal tal o cual, a la comisión del Ministerio, a mi prima la de Cuenca, y se produce un amontonamiento de individualidades. A cada uno le dan 7 duros y, si cubre el presupuesto, luego ya da igual que se estrene.
Como están obligados por ley, deben elegir entre lo que les presentan. Y la mayoría no tiene ni idea de cine ni lo que le gusta al público. Así se hacen 130 películas al año y hay una o dos que ganan, tres que se defienden y la mayoría son deficitarias. Echamos al público del cine español."
Por encima de si hay o no calidad en el cine español (me parece una estupidez dudar de los cada vez más jóvenes talentos que está produciendo este país) o de otros problemas varios (como que el propio colectivo cinematográfico insista en autoproteger a un determinado perfil de títulos por más que ya empiecen a oler a rancio, por más que premiarlos y premiarlos ya no sepa a otra cosa más que a mezquina lamida de rabo; que aquí el problema no es sólo de los tiburones que manejan la pasta), por encima de todo esto, decía, está claro que un modelo cada día más atado a la figura del político, del gerente, de quien subvenciona, no puede ser positivo.
Lo es por dos razones clave, y no ahondaré de momento más en el tema:
1. Desgraciadamente, tal como señala en este caso desde dentro una figura bien conocedora del problema, el señor Ozores, aquí no decide nadie que tenga la más mínima idea de Cine. Aquí, ya, mal vamos.
Y 2. Partiendo de ahí, es fácil entender que quienes ostentan esas posiciones de poder han de elegir por algún motivo. Si, como ya hemos concluído, ese no es el cinematográfico, ¿entonces cuál es? Bien. Estos juegos de manos no son exclusivos del mundo del Cine, no nos escandalicemos: subvenciones, ayudas, dineros, billetes, monedas. Poderoso caballero es Don Dinero. Y donde más pueda untar el puño en salsa pecunia, ahí es donde pondrá la firma el Don de turno.
Como bien dice Ozores, luego que esa película se estrene o no, a estos tipos se la sopla de Poniente. Así están las cosas. Y ésto es todo de momento. Marcho a pedir una subvención para éste mi blog.