En las marginalidades de la distribución, sin estrenarse en cines pero consiguiendo generarse un nombre en festivales, Diamond Flash se ha convertido ya en una película de culto y en una de las propuestas más interesantes del maltratado cine español de este año. Gracias a Filmin podemos ver esta joyita que vale mucho la pena, a pesar de evidenciar claramente su falta de presupuesto con algunas carencias de producción notables.
Carlos Vermut, su director,
proviene del mundo del cómic, y esto se hace patente, primero por su
atrevida concepción visual, pero también a la hora de darle una
vuelta al concepto de superhéroe -con alguna idea prestada de
Watchmen. Su película tiene un planteamiento tan radical y
tal mixtura de géneros que podríamos destacar más de una
influencia, a veces como homenaje, a veces como sombra quizá
demasiado alargada o simplemente por mera casualidad. Por la
fragmentación de las historias, por el marcado uso de los diálogos
triviales que prolongan una situación dramática y por algunos otros
elementos menos evidentes, es fácil pensar en Tarantino,
posiblemente la influencia más importante. En todo caso, Vermut
tiene su propia personalidad, y consigue trazar su propio ritmo para
que el espectador tenga la sensación de estar viendo algo
completamente nuevo. La dosificación del supuesto personaje
principal, el que da título a la película, roza lo absurdo, pero al
mismo tiempo convierte su aparición en un momento verdaderamente
intenso y con significado. Se ha construido su imagen de un modo tan
indirecto, tan sutil, que el impacto es impecable.
Carlos Vermut, su director.
Diamond Flash es, además, un
rompecabezas. Las resoluciones de la trama no son siempre explícitas
y es necesario un esfuerzo intelectual por parte del espectador.
Aunque esto no debe confundirnos: no es una película cerebral.
Detrás de una trama con giros que mantiene alerta la atención del
espectador, late el drama de los abusos y el maltrato, y de como
estos males se transmiten de padres a hijos. Celos, desconfianza,
secretos terribles, fantasías... todo tipo de pasiones humanas
componen el inestable magma que se mueve bajo unos diálogos
resultones, con un buen componente de comedia - especial mención a
Miguel Noguera.
Es difícil evitar pensar en cierta
estética doméstica que no permite al director lucirse al cien por
cien, el presupuesto es el que es. Espero que, a pesar de que no haya
tenido distribución en cines, algún productor con buen ojo sepa dar
una oportunidad a un cineasta tan prometedor. No sobra el
talento como para no agarrarlo fuerte cuando aparece.