Ella, Mar Coll

Llego algo tarde, toda vez que mi compañero Iñaki Ortiz ya escribió sobre la película con la celeridad que debe exigirse: Hace un par de jueves se acercó a San Sebastián Mar Coll, cortesía de lo que Cines SADE ha dado en llamar Los jueves del Trueba (por el nombre del cine que acoge estos pases especiales), para presentar Todos queremos lo mejor para ella y, seguidamente, charlar con todos los que nos acercamos a disfrutar de la película.

Más que a trazar un comentario crítico de la película (que sería abiertamente positivo), algo que ya ha hecho acertadamente Iñaki, yo vengo a resumir en pocas líneas lo mucho y muy gratamente que me sorprendió el coloquio con Mar Coll (una de las perlas surgidas del buen trabajo de la ESCAC) tras la proyección de la que es su segunda película. Una vez vista, y habiendo disfrutado en su momento de Tres días con la familia, ya queda claro que su opera prima no era una casualidad y que este nuevo trabajo viene a ser la confirmación de un talentazo a seguir muy de cerca. Pero es que el coloquio fue la reconfirmación de la reafirmación: Primero, por sensatez y normalidad -algo que no es tan fácil de encontrar ni en el mundo del Cine ni en el mundo, así en general-; segundo, porque esta chica pese a su juventud tiene las cosas muy claras, y lo transmite.

Le hablaban de influencias, en San Sebastián, y ella sonreía. Unos citaban a Haneke y ella misma reconocía que otros a menudo le hablaban de Woody Allen. Esta última referencia quizá sea más evidente en su segunda película, por el tan particular tono y uso de la banda sonora. Pero Coll se apresuraba a marcar distancias y a quedarse en un modesto "ojalá". Lo que ocurre es que las influencias varias que uno puede encontrar en sus dos películas son, por un lado, quizá algunas muy reconocibles, pero por otro, delicadamente asimiladas, muy bien masticadas, muy llevadas a su propio terreno, a la historia que Mar Coll ha querido contar allí (reunión familiar tras la muerte del padre/abuelo) y aquí (esa mujer de cuarentaytantos rehaciendo su vida o más bien reinventándola, tras un accidente de tráfico).

Resumiendo: en el cine de Mar Coll por encima de todo intuímos a Mar Coll. Claro, a ella no la conocemos, en su día a día, en su intimidad, pero en su cine notamos su mano y percibimos una voz muy clara, por encima de aprendizajes e influencias -que bien asimiladas, siempre enriquecen cualquier trabajo. No es difícil imaginar que, hace unos años, debió pasar por un trance similar al que narra Tres días con la familia; eso sí, espero que sin esos conflictos familiares tan acusados, ¡por su bien! Y como ella contaba en el coloquio, hay mucho de su adolescencia e incluso de su corto La última polaroid en partes de Todos queremos lo mejor para ella.

Más allá de la calidad palpable de estas dos primeras películas, teloneras de muchas más, esperemos, está la confirmación de una autora que puede aportar mucho en el futuro. Recemos porque la triste situación que rodea al Cine, a la Cultura, al país, no nos obligue a esperar demasiado para disfrutar su siguiente trabajo.