Recupero este documento que se había perdido en las entrañas de Precríticas, con motivo del 67º aniversario de la tragedia.
El cine ha abordado la tragedia de Hiroshima (y Nagasaki), en varias ocasiones y desde diferentes puntos de vista. Casi siempre ha sido el propio Japón el que ha entrado de lleno en el tema, a través de algunos de sus directores más valiosos, mientras que otros países, especialmente EEUU, han optado por enfocar el problema nuclear desde un punto de vista más genérico, casi siempre en la línea de la ciencia ficción, posiblemente porque detrás del único caso histórico se encuentre una sensación de culpa que no invita al recuerdo.
A continuación hablaré brevemente de cinco interesantes títulos cuyo punto en común es la bomba de Hiroshima (o la de Nagasaki en un caso), y que se acercan al dolor del recuerdo desde distintos ángulos.
El grito de la Nouvelle Vague
Alain Resnais, uno de los nombres importantes de la Nouvelle Vague francesa, estrena en 1959 una historia ambientada en la Hiroshima de posguerra. En la ciudad reconstruida años después, la historia de dos amantes: ella, una actriz francesa y él, un japonés de Hiroshima, sirve para recordar la guerra desde los puntos de vista de ambos bandos. Posiblemente, de todos los títulos que abordan esta temática, este sea el más prestigioso.
Lo más característico del film es su secuencia inicial. Mientras la pareja habla de sus impresiones acerca de Hiroshima, especialmente del museo que recuerda la tragedia, vemos imágenes de archivo y grabaciones en el museo en el momento presente. El tono es completamente lírico, especialmente por la licencia poética del diálogo que mantienen los dos personajes, y la utilización de la música y del montaje. Un alegato, por tanto, propio de la Nouvelle Vague, que por aquel entonces empezaba a ver la luz, con unas elecciones que muestran una considerable libertad técnica y narrativa.
Esta película es relativamente cercana en el tiempo al suceso, y por tanto, nos muestra unos personajes con heridas aún muy abiertas. También supone un acercamiento entre dos países, Francia y Japón, representados en la figura de los amantes. Esto abre también la película al horror en Francia, y no sólo al bombardeo de Hiroshima.
El horror en anime
La característica más evidente de esta visión de la tragedia es que se trata de una película de anime. Lo que podría parecer un hecho circunstancial, resulta clave en algunos aspectos. Principalmente en la crudeza gráfica de la película. La animación permite dos cosas: capacidad ilimitada para recrear todo lo referente a la explosión y los efectos; y por otro lado, cierta licencia para ser especialmente descriptivo sin miramientos, exponiendo el horror sin tapujos al espectador, aprovechando la distancia que ofrece a nuestra sensibilidad el medio animado.
Masaki no se anda con rodeos y exhibe unas imágenes de una gran violencia física, o dicho de otra manera: unas imágenes muy realistas. Pero no se queda sólo en el plano físico, y es igual de duro al retratarnos escenas tremendamente trágicas. Seguramente, de las cinco películas comentadas aquí, la más explícita y la más dura. Sin embargo, se permite una mirada abierta a la esperanza.
Daños sociales
Shohei Imamura nos ofrece una visión desde el punto de vista del efecto social de la tragedia. La acción está ambientada años después del bombardeo, y nos muestra como los efectos secundarios de la radiación en la salud de algunos supervivientes se pueden convertir en una nueva forma de división social. De esta manera, los efectos de la bomba se plantean desde varios puntos: el impacto directo, las secuelas en la salud y también la alteración social.
A pesar de que la ambientación es posterior, también aparecen algunas imágenes del bombardeo, reproducidas con una crudeza cercana a la de la película de animación anteriormente comentada. De hecho, las imágenes son muy similares. El trabajo de recreación es bastante interesante.
Shohei Imamura es uno de los directores japoneses más reconocidos, pertenece a la nueva ola japonesa de los 60. Su largometraje más reciente ha sido Agua tibia bajo un puente rojo. En este caso nos presenta un sobrio blanco y negro que sólo se permite algún gesto de humor, aunque siempre con sabor agridulce.
El recuerdo de cada uno
El maestro Akira Kurosawa hace aquí su aportación a la cuestión de la bomba. Se plantea qué es lo que supone casi medio siglo después, y para ello nos muestra varias generaciones y también la mirada de los dos países enfrentados: EEUU y Japón. Los hijos japoneses tienen miedo de molestar a su primo rico americano, con el recuerdo del ataque de Nagasaki. El foco de la película se encuentra en la relación que tienen las diferentes generaciones de los dos países y la postura de ambos ante aquella tragedia. Las heridas abiertas, los miedos, la incomprensión de la postura del otro desde la falta de comunicación.
Se trata de la penúltima película del famoso director japonés. Para el elemento estadounidense contó con la interpretación de Richard Gere, que cuenta con un papel secundario, pero de vital importancia. En muchas ocasiones la escenificación es voluntariamente teatral, enmarcada incluso por espacios rectangulares que casi convierten las proporciones del plano en un escenario. La secuencia final, cuya imagen sirve en ocasiones de carátula, posee un gran poder visual, provocando una reacción más emocional que razonada.
Hiroshima en el espejo
Nobuhiro Suwa es uno de los nombres más reconocidos de la nueva generación de Japón. Suwa nació precisamente en Hiroshima, aunque no hay ningún trauma personal visible en su película.
H Story aborda la cuestión desde el punto de vista del arte, concretamente, de como el arte se acerca al recuerdo de la bomba de Hiroshima. Para ello, construye una película desde el juego de los espejos, del cine dentro del cine, fundiendo de una manera novedosa, extremadamente difusa, la obra con la labor de creación. La película se aleja por tanto del drama y la tragedia, ofreciéndonos una mirada mucho más fría y más cercana de lo que es Hiroshima hoy y lo lejano que puede quedar el horror y la interpretación artística de ese horror. La más lejana en el tiempo de todas las comentadas muestra también una posición menos afectada y, en parte, también habla de esta misma distancia.
H Story se apoya precisamente en la primera película que comentamos aquí, Hiroshima Mon Amour, reconstruyéndola o, a veces, decontruyéndola. Quizá su punto más fuerte sean las elecciones formales atrevidas que suponen una nueva forma de acercarse al metacine desde el punto de vista de la técnica cinematográfica.