Hitchcock en pantalla grande


24 de Mayo de 2012
por Iñaki Ortiz

Para quienes vivan en Madrid o en Barcelona, probablemente no será nada del otro mundo asistir a reposiciones en cine de grandes clásicos. Para un chico de provincias como yo, sin embargo, es todo un privilegio que los cines Sade de Donosti se hayan atrevido a proyectar un pequeño ciclo de cuatro de las mejores películas del maestro del suspense: Con la muerte en los talones, Psicosis, Los pájaros y Vértigo. Creo que no les ha ido mal y espero que haya más. De momento, me sirve para lanzar un par de pensamientos desordenados.

Psicosis

El buen cine, en pantalla grande
Vivimos tiempos difíciles para la gran pantalla con Internet, la inmediatez, lo gratis, la competencia de ocio y demás. Como en anteriores ocasiones (la llegada de la televisión, del vídeo), la industria reacciona con el comodín circense del 3D. Una solución muy cortoplacista que nunca termina de funcionar, pero que subraya la idea de que la pantalla grande está para eso, para la pirotecnia vacía. Ver Psicosis en pantalla grande me ha hecho recordar como nunca lo que significa ver arte en su correcto formato. De la misma manera que no es lo mismo (permitidme el siguiente exceso de pedantería) ver Baile en el Moulin de la Galette de Renoir en la pantalla del ordenador que contemplarlo en su grandiosidad en el Museo de Orsay. Esta idea me ha recordado a Psicosis 24h, la versión que hizo el artista Douglas Gordon ralentizándola a 2 fotogramas por segundo para que durara 24 horas. Así la proyectó en algunos museos del mundo. Yo no la he visto -ni ganas- pero creo que refleja muy bien la capacidad de impacto de estas imágenes que pueden tener un valor casi como exposición de arte -cercana a un simple cuadro estático. Sin llegar a estos excesos artísticos conceptuales, me quedo con el impresionante plano de Cary Grant escapando del avión a toda pantalla, antes que con mil fuegos artificiales digitales explotando a la vez con un trasfondo vacío. Quiero aclarar que no estoy haciendo una diferenciación entre cine clásico y moderno - nada más lejos de mi punto de vista- simplemente entre el cine de calidad y el circo vacío.


Con la muerte en los talones

El cine de Hitchcock es muy imperfecto
Sobre las películas en sí, quiero recordar las imperfecciones del maestro. No tenía ningún escrúpulo en forzar movimientos bruscos con la cámara; utilizar trucos ópticos que calificaremos, siendo benévolos, de osados; efectos especiales muy por encima de sus posibilidades; y soluciones de guión que pasan de lo más brillante a lo más dudosamente funcional. No le importaba nada siempre que consiguiera su objetivo primordial: atrapar a su público. No es de extrañar, por esta razón, pero también por su cine abiertamente comercial, que la crítica de entonces, en su mayoría, no le entendiera. Su caso siempre me hace pensar en cineastas imperfectos actuales. Shyamalan, por ejemplo, de perfil supuestamente comercial (aunque muy lejos del éxito de Hitchcock) quien sacrifica muchos elementos en su cine para conseguir sus objetivos, casi siempre con exquisita precisión. Pienso también en Christopher Nolan, y su imperfectísima El truco final, con esas explicaciones finales tan insoportables como las que nos hace tragar su compatriota en el final de Psicosis. El tiempo diluye las imperfecciones y salvaguarda sólo el talento. El truco final es tan imperfecta como absorbente, cada día se convierte más en mi favorita del director. Ojalá dentro de veinte años pueda revisitarla en pantalla grande, con todo el respeto que se merece el séptimo arte.

Hitchcock pájaros




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