Es lo bueno de Madrid…pensamiento de un chico de provincias. Resulta que un miércoles de calor intenso, la Filmoteca da el pistoletazo de salida, en el incomparable marco de los Cines Doré ,a una retrospectiva de la obra del director portugués Pedro Costa. La ocasión es excepcional, pero aún más si resulta que tras la proyección de su primer largo, O sangue, Carlos Heredero, director de la edición española de Cahiers du Cinema, modera un coloquio con el mismísimo Pedro Costa en persona.
Agradece la presencia del público con anterioridad a la proyección de su primer largo en un español que permanece escondido en un portugués hablado de manera cadenciosa y con muchos «ehhh» usados como conectores. No hay problema. Se entiende perfectamente lo que dice. Habla de O sangue como quien habla de algo que no es suyo. Dice que con la distancia se da cuenta de que su ópera prima es algo totalmente alejado de lo que no sabía que quería hacer en Cine. Habla de ella como un homenaje a sus ídolos cinematográficos: Robert Bresson, Jacques Tourneur o Nicholas Ray.
Cuando vuelve al coloquio tras la proyección del film, sentencia que en O sangue expuso todas las ideas cinematográficas que ha tenido en su vida. La película es soberbia desde el punto de vista visual, pero un tostón a nivel argumental.
Preguntado por Heredero, Costa habla de sus inicios, dice que pasó por todos los estadios posibles dentro del mundo cinematográfico, pasando muchos años como asistente de dirección, y viendo y comprobando en sus propias carnes los horrores del mismo. Para O sangue contactó con todos los profesionales a los que había conocido durante su anterior etapa, y rodó una historia muy personal con los recuerdos que él tenía de su infancia y de su niñez.
Tras O sangue pasó mucho tiempo meditando si quería seguir en «ese mundo», en ese trabajo en el que sólo se trabajan seis semanas cada tres años y en el que un director se vanagloria de desgajarse del mundo para rodar una película en una burbuja artificial sin tener contacto alguno con el mundo real.
Con Casa de Lava pretendía hacer un remake de Yo anduve con un zombi, de Jacques Tourneur, en Cabo Verde con un equipo convencional, pero entonces decidió coger su cámara y alejarse de ese ambiente hostil y grabar solo, pese a las nerviosas llamadas del productor. Era el inicio de su continua búsqueda, el inicio de la huida del desencanto en el que cree que han podido caer amigos suyos como Claire Denis, a la que cita en el coloquio.
En su aventura en Cabo Verde recoge cartas de familiares de «personas reales» - fue el mcguffin del coloquio, a raíz del uso de esta expresión por parte de Carlos Heredero, expresión que hizo mucha gracia a Costa, es de suponer por lo redundante de la misma - que vivían en el barrio lisboeta de Fontainhas.
Vuelve a Portugal y entra en ese barrio, y su cine cambia, sólo él y su cámara se integran en es barrio, inmortalizado por Costa en films como No Cuarto da Vanda o Juventude em Marcha. Filma, filma y filma sin parar, haciéndolo todo él mismo, y alejándose de los medios de producción estándares.
Preguntado acerca del proceso de montaje de sus últimos films, Costa confiesa que ahora que graba en formato digital, tiene como 400 cintas con centenares de horas de grabación, y que procura montar todos los días. Cuando se le insiste en el proceso de montaje responde que él ha hecho una película que pretende retratar eso: ¿Dónde yace tu sonrisa escondida?
Costa intenta explicar los motivos de su camino, de su sentido artístico, de cómo él entiende su trabajo, él sabe lo complicado de dicha explicación.
Surge el tema documental y, contra todo pronóstico, asegura que él no hace documentales, que él odia los documentales. A una pregunta de Heredero confiesa que sí que, pese a que no hay guión preconcebido cuando rueda y el sentido de la historia lo logra a través del montaje, que sí que hay puesta en escena en sus películas. Que no tiene ninguna atadura a nivel de producción y que puede repetir una toma 80 ó 100 veces.
Ante una pregunta de auténtico gafapasta, ¿qué actitud tomas frente a lo que ruedas? ¿de observador, de detonante, de mediador? Costa se muestra perplejo, contesta que nunca lo ha pensado, que él es cineasta, que es un observador, un observador discreto, apostilla.
Uno coge los periódicos de hoy y en ningún sitio encuentra ni mención ni fotografía alguna al coloquio de ayer. No es noticia. Pedro Costa ha pasado por Madrid, pero no hay noticia, claro que estamos en Madrid, y estas cosas pasan más o menos todos los días. Es un hecho al que tengo que empezar a acostumbrarme.