Acaba de empezar en Estados Unidos la octava temporada de 24, la serie de acción por excelencia de la última década que ha sido un claro exponente de la tendencia hacia el cine de acción realista de este siglo. 24 comenzó como una propuesta realmente original al desarrollarse como una historia en tiempo real donde se contaban 24 horas de un agente de la CTU (Counter Terrorist Unit) y una puesta en escena atrevida con cámaras por todo el escenario que se podían ver a la vez a pantalla partida.
La serie ha pasado por multiples crisis de identidad. En primer lugar, en cuanto a historias que contar. Y es que al final, a Jack se le acaban los malos. Se ha enfrentado a rusos, europeos, chinos, árabes... y por otro lado, la serie intentó innovar en su propio formato con resultado desigual. Hubo temporadas más comic donde Jack Bauer era claramente Batman, otras claramente inspiradas en videojuegos como el Counter Strike, otras más realistas y sucias, etc. Además, 24 confiaba muy poco en si misma y rodaban los capítulos poco antes de emitirse para ir haciendo test de audiencia y modificar lo que fuera necesario (lo cuál llevaba a escenas de relleno realmente sonrojantes o a personajes que desaparecían previo tiro en la cabeza sin saber exactamente para qué vinieron).
Sin embargo, y pese a todos sus altibajos, 24 llega a su octava temporada en plena forma. Sabiendo perfectamente que su fuerte está en que ofrecen el mejor cine (sí, estoy diciendo cine) de acción que se hace actualmente, y construyendo guiones sólidos sin la obsesión por ser originales, y a sabiendas que los fans consideramos a Jack Bauer un personaje legendario al que le permitimos absolutamente todo.
Estoy terminando de ver el primer arco argumental de cuatro capítulos y ya estoy totalmente enganchado. 24 será mi cita semanal con el cine de acción durante las próximas semanas. A Jack Bauer le espera otro durísimo día de trabajo...