James Franco: Me declaro fan

Conozco a quien, sobre todo por su participación difusamente secundaria en la saga Spiderman, le cogió cierta manía a James Franco. (Que se descubra, si así lo desea. Es alguien a quien de tanto en cuanto hemos leído en esta web.) Yo reconozco que, hasta hace bien poco, no me había detenido a ver con ojos analíticos el trabajo de esta suerte de sosias moreno (y moderno) de James Dean.

Como Dean, Franco basa muchos de sus recursos en el famoso "Método", pero donde Dean era pura pose y afectación, el chico para todo del momento actual hollywoodiense ha demostrado ser capaz de aflorar un talento interpretativo sobresaliente con una muy estimable imagen de veracidad.

Pero hay un James Franco más allá del espectacular papel protagónico de 127 horas, o de su aplaudida presencia secundaria en películas como Mi nombre es Haryey Milk. Sí, soy de los que piensa que merece el Óscar este año. Lo creo tanto como sé que no le va a tocar, al menos de momento. Pero, repito, me detengo ahora a analizar a otro James Franco.

Buscando en la red uno encuentra fácilmente sus anuncios para cierta marca de moda. Nada fuera de lo habitual. Hemos visto a muchos en esas lides. Pero indagando, es más gratificante dar en la red con sus vídeos paródicos, algunos de ellos marcadamente autoparódicos, de hecho. Por ejemplos, sus "cursos de interpretación con James Franco". En ellos enseña a su hermano cómo actuar en según que requerimientos emocionales. ¿Que tienes que llorar? Pues James te enseña:

> Un par de clases; ¡primero, aprendamos a actuar ante una pantalla verde!

> Y, segundo, tirar de memoria sensorial para (así de fácil) llorar. 

Autoparodias aparte, no deja de resutar insultante que este tipo se nos ponga a llorar así de sencillo y rapidito. ¿A algún que otro "actor" no se le cae el alma a los pies?

Sea como fuere, cómicamente o con algo más de seriedad, no es raro verle disfrutar con el placer vocacional de su profesión más allá del propio entorno cinematográfico. Recientemente el New York Times enrolaba a varios actores en un interesante experimento: Les animaba a interpretar una breve secuencia muda, de apenas un minutito. Franco se destapaba con un brillante ejercicio de autoseducción. Mi preferido de toda la serie (y eso que andaban por ahí "ilustres" como Robert Duvall, Michael Douglas, Tilda Swinton, Javier Bardem, Natalie Portman...):

¿Y de dónde saca el tiempo James Franco? En USA el tema parece ser ya lugar común para chanzas varias y humoristas. Pero él no para. Ahora va a presentar la gala de los Oscar con Anne Hathaway. Y, además, recordemos que el propio Franco se declara también escritor de relatos cortos, pintor y no sé cuántas cosas más. Entre ellas, dicen, es un asiduo a todo tipo de cursos universitarios. Un culo inquieto, vaya.

Ignoro si en estas otras facetas es medianamente talentoso o un zote absoluto. Lo que sí estoy deseando conocer es su faceta como realizador. ¿James Franco director? Sí, pero hay que explicarlo con cuidado...

Parece ser que, metiendo horas con Gus Van Sant (que, recordemos, le dirigió en Harvey Milk), joven y viejo han recopilado una cantidad mayúscula de material perdido, abandonado y/o voluntariamente olvidado de Mi Idaho privado. Con ese material, James ha preparado dos largometrajes de corte, parece ser, nada convencional. El primero con un metraje dentro de lo lógico y habitual; el segundo (al lorito) de 12 horas. ¡Doce horazas de película!, que según comentan el propio actor y Van Sant, ofrecen un recorrido vasto (dios quiera) por todo el proceso de creación de la cinta de culto que protagonizaran River Phoenix (RIP; otro "nuevo James Dean") y Keanu Reeves. Desde primeros bocetos, localizaciones, reuniones iniciales... hasta el producto final tal como hoy se conoce.

12 horas. Sí, ¿de dónde saca el tiempo James Franco? Bueno, podría ser peor. Pensemos que podrían haber sido 127 horas. Perdón por el chiste fácil, pero tenía que hacerlo; hay cosas inevitables. Como hacerse fan de James Franco.