Ken Russell, el provocador


28 de Noviembre de 2011
por Iñaki Ortiz

Ken Russell

El director británico Ken Russell ha fallecido y es el momento de recordar alguna de las claves de este director que hace ya tiempo que cayó en el olvido de los telefilms. Un provocador inquieto, que influyó al mismo Kubrick, que supo encajar en los movimientos musicales y de liberación sexual de los años 60 y 70 pero que poco a poco quedó marginado durante los 80. Acusado por algunos de buscar la polémica fácil a través del sexo y alabado por otros por su libertad formal, lo cierto es que consiguió una gran relevancia en la década de los setenta, en la que filmó algunas películas de culto. Su filmografía, entre cortos, documentales y películas para la televisión y largometrajes de cine es tan extenso como irregular. No quiero hacer aquí un documento detallado, sino más bien quedarme con las que considero algunas de sus películas más características.

Michael Caine en Million Dollar Brain

Después de un intenso y atrevido trabajo en la BBC, Russell saltó al cine con un desastre de crítica y público, French Dressing (1964), que le obligó a volver a la televisión. En su segundo intento, pisó terreno más seguro, flirteando con lo comercial con El cerebro de un millón de dólares (1967), una nueva entrega de la saga del agente Harry Palmer, es decir, la versión más realista y sin glamour de James Bond, interpretada por Michael Caine. Lo malo es que en esta entrega (ya la tercera parte) se intenta imitar más las tramas y el universo Bond, aprovechando el atrevimiento de un siempre bizarro Russell, y el resultado, siendo curioso y divertido visto hoy, dejaba demasiado que desear. Afortunadamente, a partir de aquí el director encontró su propia voz, qué básicamente se dividiría en dos obsesiones: el sexo y la música.

Sexo...

Mujeres enamoradas

Su siguiente película fue Mujeres enamoradas (1969). Aquí tuvo más éxito, siendo nominado al Oscar como mejor director, entre otros. Basada en una novela de D. H. Lawrence, trataba sobre las relaciones entre hombres y mujeres durante los años 20. Una escena de lucha entre dos hombres desnudos fue suficiente para levantar revuelo principalmente porque no era lo habitual en la época que se exhibieran así los atributos masculinos. Se puede decir que esta elección apoyaba el tema de la película sobre puntos de vistas sociales del sexo a principios de siglo.

Con The Devils (1971) dio más rienda suelta a un derroche de sexo torcido, mezclando religión con alucinaciones de orgías y posesiones. Por supuesto, supuso un escándalo en su momento que obviamente ayudó a la taquilla. Tenía una potencia visual bastante lograda, con unos escenarios de inquietantes geometrías y unos personajes de una expresividad siniestra. Más allá del revuelo de entonces, que naturalmente ya no tiene demasiado interés, queda esa capacidad estética tan marcada que sin duda influenció a otras corrientes del momento.

Encontramos una estética también exagerada en una de sus últimas películas apreciables, Gothic (1986), que se ambienta en la famosa reclusión en casa de Lord Byron (interpretado por Gabriel Byrne) de un grupo de artistas o intelectuales donde cada uno escribiría un relato de terror (entre ellos el de Frankenstein por Mary Shelley). De hecho podemos definir su estética precisamente como gótica. Una pequeña locura de pesadillas, monstruos, terror y sexo, que quiere buscar en la psicología de aquella particular reunión, la génesis de una de las novelas góticas más importantes. Dos años después, Gonzalo Suárez estrenaría Remando al viento, con el mismo argumento, aunque otro estilo, claro.


The devils

Música...

Lisztomania

Quizá es la música el tema más recurrente en su filmografía, no sólo porque ha realizado varios musicales, sino porque ha recogido la biografía de algunos importantes compositores clásicos como Tchaikovsky en La pasión de vivir (1970) donde cuenta los problemas del compositor (interpretado por Richard Chamerlain) por su homosexualidad estando casado con una mujer a la que se retrata de ninfómana. Gustav Mahler en La sombra en el pasado (1974). Aunque más conocida es su loca Lisztomania (1975), donde con un desarrollo absolutamente libre y disparatado, enfrenta a Liszt, como el Bien y estrella del rock, contra Wagner, como el Mal, nazi antisemita y enfrentado a la Iglesia. En la película aparecen Ringo Starr y Roger Daltrey (The Who) entre otros músicos existosos del momento. No es de extrañar pues ese mismo año, Russell acababa de estrenar Tommy, uno de sus trabajos más conocidos donde habían participado unas cuantas caras conocidas del rock.

Tommy es un musical con música de The Who, donde también participaba Daltrey como protagonista junto al resto de la banda. En él podemos encontrar a Elton John, Eric Clapton o Tina Turner. Uno de los papeles principales lo encarna uno de los actores fetiche del director, Oliver Reed. Con un argumento disparatado y una puesta en escena muy barroca, se convierte en uno de los musicales más singulares y con más fama de los 70. Sin duda una obra de culto, que en su momento consiguió, a pesar de sus disparates, un par de nominaciones al Oscar.

Tommy

Dejo para el final un título que no caracteriza demasiado las temáticas habituales del director, pero que sin duda es mi favorita: Viaje alucinante al fondo de la mente (1980), cuyo título original resulta más apropiado: Altered States. Aquí, Russell se muestra mucho más comedido, para, según va avanzando el metraje, incluir elementos más personales con algunas secuencias oníricas y una recta final francamente atrevida en comparación con el resto. Una excelente obra de ciencia ficción que va de lo estricto a la locura, con un ritmo impecable.

Viaje alucinante al fondo de la mente

 

Mi propuesta para recordar a este director sería un pequeño ciclo de tarde y noche: Mujeres enamoradas, Altered States, The Devils y Tommy. En ese orden. Aunque por supuesto animo a revisar su filmografía.

 




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