Dos veces al año, los compañeros de
Precríticas nos juntamos para un maratoniano fin de semana cinéfilo. Los llamamos findes precríticos. En esta ocasión,
estas son las tres películas que aporto, y que por supuesto, aprovecho
para recomendar a nuestros queridos lectores.
Kinatay
El director filipino Brillante
Mendoza, es uno de los cineastas de moda en los festivales. Está
muy en la línea de una corriente que lleva tiempo pegando fuerte en
estos circuitos. Un estilo contemplativo, a veces reiterativo, muy
cinéma vérité, casi documental pero muy atmosférico.
Especialmente presente en oriente, en directores como Naomi
Kawase, Apichatpong Weerasethakul, Nobuhiro Suwa... Aunque también
en algunos europeos como Pedro Costa o, en España, Jaime Rosales o
Isaki Lacuesta. Sinceramente, considero que muchos de los trabajos de
estos autores son símplemente soporíferos, y Mendoza aquí hace
méritos para serlo, sin embargo, el lento transcurrir contemplativo
de este particular descenso a los infiernos, consigue ser intenso y
profundo. Siempre que se aborde con la suficiente paciencia por parte
del espectador y una buena disposición. Una película que más que
vista, merece ser experimentada.
Strings
Los personajes de Strings no son de
carne y hueso, ni de plastilina, ni son dibujos. Son marionetas. Con
este material, el director danés, Anders Ronnow Klarlund (el
que ganó 3 años después con How to get rid of others en la
Semana de terror - de imagen real esta vez) consigue sacar chispas
a una puesta en escena que poco tiene que envidiar a las de verdad.
Una estética con mucha fuerza, muy cuidada, con una atmósfera muy
conseguida. Caras fijas de madera que son capaces de transmitir con
un simple movimiento de caída. También ayudan las voces originales,
con actores de la talla de James McAvoy o Derek Jacobi.
Pero lo más interesante es que lejos de intentar disimular las
notables limitaciones de rodar con marionetas, el autor decide con
acierto llevarlo al límite: ya que las cuerdas se ven, que formen
parte de la historia, afectando de lleno al guión. La película crea
así su propio universo donde la forma y el contenido están
íntimamente relacionados.
Saya-zamurai
Es incomprensible que la filmografía
de Hitoshi Matsumoto esté inédita en nuestro país (salvo
festivales). Es un verdadero soplo de aire fresco para la comedia
moderna, con una ambición mucho mayor de lo que puede parecer de
inicio. Sus dos primeras películas, Dai Nipponjin y Symbol,
son dos grandes joyas, distintas entre sí, con diferentes (y
variadas) virtudes, y que guardan en común una gran capacidad para
sostener factores importantísimos en la comedia y muchas veces
olvidados: el suspense y la sorpresa. Esta tercera película no es
una excepción, y aún siendo menos redonda que las anteriores, sigue
su estela de brillante surrealismo. Es menos ambiciosa aunque a cambio más
amable.