Es un ejemplo, pistas de que el soñador en ese momento está siendo Cobb. Y si nos paramos a pensar, en todo momento Cobb está soñando.
Mal, en su primera aparición en la segunda capa del sueño en el que intentan robar a Saito dice que, "a juzgar por la decoración, el que sueña es Arthur". Pero estamos ante el mismo decorado del Limbo a donde desciende Cobb para hacer regresar a Saito.
En el primer nivel, el soñador es Yusuf, pero Cobb, sin conocer la arquitectura, deja que entre el tren en la ciudad arrasando con todo.
En el segundo nivel, el soñador es Arthur. Cobb hace de Mr. Charles y en un momento determinado le enseña a Fischer que se trata de un sueño realizando cambios en el tiempo. En ese momento, Cobb no puede evitar que aparezcan retazos de sí en el sueño. Aparece la copa de cristal rota, los niños (dos veces) y aparece en la barra del bar el señor que le da los billetes de avión cuando huye de Estados Unidos.
Estamos ante uno de los momentos más tramposos de Nolan ya que, a la vez, Arthur dice que las proyecciones del subconsciente de Fischer lo buscan a él por ser el soñador; pero en el bar, la gente, es decir las proyecciones de Fischer, buscan a Cobb, lo miran. ¿Puede haber dos soñadores? Sí, porque Cobb está continuamente soñando. ¿Cómo es eso posible? Volveremos más adelante.
En el tercer nivel, los protagonistas se ven acuciados por la prisa. Cobb le pide a Ariadne que le diga el atajo que Eames ha ideado para entrar en la fortaleza. En cuanto Cobb lo sabe, sospechosamente, las proyecciones de Fischer cambian su estrategia y vuelven hacia la fortaleza. Y Mal aparece para disparar a Fischer.
Cobb no es capaz de acabar con ella pese a que Ariadne (otra vez ella), le dice literalmente que "Mal no es real, que es sólo una proyección". Una proyección que sólo puede ser de Cobb.
¿Cómo puede estar Cobb ayudando a entrar dentro de su propio subconsciente para que se le haga el origen? Muy sencillo, o complicado según se vea. Cobb hace una demostración de ello con el paso del segundo al tercer nivel. Le hace creer a Fischer que entran en el subconsciente de Browning cuando en realidad están entrando en el suyo propio.
Nolan nos disemina durante todo el metraje el mismo origen a nosotros. Varias son las personas que advierten o interrogan a Cobb sobre la realidad o el sueño.
El primero de todos es Miles.
Cuando Cobb acude a París en su ayuda, hay un momento en el que le dice muy serio: "Vuelve a la realidad, Dom".
Lo que le dice el primer matón de Cobbol que se encuentra tras saltar del bar en Mombasha es: "Ahora no estás soñando, ¿no?". Curiosa frase de parte de un matón.
En el propio Mombasa, Yusuf también le interroga a Cobb: "¿Sigue soñando, señor Cobb?". Curioso también que tras probar la droga de Yusuf, Saito impida en el baño que Cobb verifique que se halla en la "realidad" al interrumpirle mientras giraba su totem.
Y, también en Mombasa, el ayudante de Yussuf le dice lo siguiente Cobb:
"Vienen a despertarse, el sueño se ha convertido en su realidad."
No obstante lo anterior, el detalle que más me impresiona de todo el juego de dimensiones que nos plantea Nolan es el siguiente. Sutil, pero poderoso, directamente dirigido a nosotros.
Cuando vemos por vez primera a la familia Fischer, Browning entra y se dirige a Robert, pero de fondo, Charles, el padre de Robert, le dice lo siguiente a Robert, tras tirar la fotografía de niño:
"Nunca, nunca, nunca jamás hagas lo que yo te diga...déjalo..."
Sorprendente. Sólo tiene una explicación, es una advertencia al espectador sobre la falacia que supone el origen a Robert.
Y es que Cobb, como sujeto en el que se están adentrando en su subconsciente, también reacciona, desde el primer momento. Arthur intenta persuadirlo para que no acepte el trato de Saito; incluso él mismo considera todo perdido después de que su mejor guardián del subconsciente matara a Fischer en el tercer nivel. Pero, una vez más, allí está Ariadne para infundir esperanza y mostrarle el recto camino de la catarsis a Cobb, la persona de confianza que Miles le ofreció, su guardián, a quien reconoce Malt cuando aquélla baja al sótano de los recuerdos de Cobb.
Cobb termina reconociendo su culpabilidad y expiándola, despidiendo de su vida a Mal, y aceptando tanto sus actos como su pérdida, realizando esa catarsis que le permite regresar a casa y ver la cara de sus hijos.
Esas son las raíces de la idea que le inseminan en el subconsciente a Cobb, la que le permite volver a la realidad y dejar de soñar.
Tras ir a buscar a Saito, Cobb despierta en el avión, desorientado. A partir de ahí Nolan da forma a su prestigio. Si en el inicio de la película casi lo primero que vimos de Cobb, antes que su cara, fue su alianza, ya no la lleva.
Nolan invierte muchos planos medios en ver cómo mira Cobb a sus "compañeros de viaje" y cómo éstos no reflejan ni familiaridad ni alegría alguna. Se cruza con ellos en el aeropuerto, pero no hay el menor gesto de complicidad.
Sale de la terminal y le está esperando Miles (¿pero no trabajaba en París?), como si tal cosa. Y llega a casa y ve a sus hijos, ve sus caras mientras el tótem gira, ajeno a si está en la realidad o no, sabiendo que ha llegado al final de su camino, que ha regresado a Ítaca.
Hay quien opina que sigue soñando. No es verdad. Hay quien dice que los niños se mantienen igual y que por eso es un sueño. No es verdad. Nolan lo hace deliberadamente, pero los niños del final son dos años mayores que los que vemos durante toda la película, así puede verse en los créditos del film. Incluso el diseñador de vestuario, Jeffrey Kurland, ha asegurado que visten de manera similar, pero distinta.
Queda la duda de quién ha introducido el origen en el subconsciente de Cobb, si ha sido Miles o incluso si ha podido ser el propio Cobb. Hasta donde he sido capaz de analizar, Nolan no da pistas concluyentes sobre dicho extremo. Tampoco importa demasiado. Quizá el rizo del rizo para Cobb fuese, no hacer un origen, que ya lo había hecho, sino autoinducirlo (el fin de toda trama de atracos imposibles es conseguir, precisamente eso, lo imposible).
Nolan esta vez sí que ha conseguido lo que intentó en The prestige, ha conseguido un verdadero y eficaz prestigio como quizá no se haya visto otro igual en cine, digno del aplauso del mismísimo Orson Welles.
Vuelve a la página anterior de la explicación del final de Origen.