Quedan pocos días para que acabe el año y como en otras ocasiones hago aquí un listado de mis películas favoritas estrenadas en España este año, con algunos comentarios de cada una. Tengo que decir que, aunque esta vez elijo nada menos que 20, me ha costado hacer la selección pues tenemos una muy buena cosecha. Y sin más preámbulos, el top:
Un acercamiento diferente a la I.A. afrontando las emociones con un amplio nivel de matices. Una estética con mucha personalidad que es además una eficaz gestión del presupuesto.
Un juego teatral de diálogos que encierran grandes cuestiones de convivencia a partir de una anécdota sin importancia. Unos enormes intérpretes con un texto muy inteligente.
La eterna reflexión de los nórdicos sobre la gestión de la violencia y el dolor. Genera preguntas sin ofrecer la respuesta. Busca el dilema desde un planteamiento sutil y afinado.
Nueva lección de ritmo de Soderbergh. Fría pero imparable, global de un modo inteligente y muy hábil a la hora de inquietar nuestra aprensión con los detalles más nimios.
Peter Weir y su enorme capacidad para hacernos vivir experiencias en primera persona. Una historia épica que diluye los hitos, haciendo hincapié sólo en el propio camino.
Una entrañable historia de buenas intenciones, con el chocante humor de gesto serio tan reconocible del cine de Aki Kaurismaki.
Entre el tierno homenaje y la divertida parodia del cine mudo de los años 20. Una inteligente recreación formal del cine de entonces para el espectador de ahora. Para verla con una sonrisa.
La solvencia de una historia de espías de John le Carré con una ambientación despojada de todo atisbo de esplendor. Matices en un gris absorbente.
Joe Wright se luce con esta orgía de frenéticas imágenes a ritmo de unos inspirados The Chemichal Brothers. Un gustazo de acción original, alocada y con mucha fuerza.
Es un complejo retrato del impacto sociopolítico de la globalización en los años 70 a través de la superestrella del terrorismo, Carlos, con todo el estilo, la atmósfera y la personalidad de Assayas.
Con la mejor escena de suspense del año (y la mejor sobre ruedas jamás rodada), todo un ejercicio de estilo que con una cuidadísima estética y una deliciosa selección musical, nos lleva a un cine de acción olvidado, quizá más auténtico y con menos prisas.
Dos mitades complementarias: El mundo interior atormentado de una mujer; y su expresión metafórica de dimensiones astronómicas. Demoledora expresión de la rendición y la desesperanza que sale de las entrañas de un hundido Lars Von Trier, cargada de exquisitas imágenes.
El vacío interior en un mundo de superficialidad, transmitido sin apenas utilizar ningún elemento explícitamente narrativo. Tan sólo la contemplación de imágenes cargadas de significado, la exposición a la felicidad de cristal, la frialdad de un hotel sin alma.
Vivir ese accidente, sentir la lluvia torrencial y el frío de la noche. Sobre todo, sentir el dolor amplificado por hábiles licencias sonoras y visuales. Una secuencia final épica, con la canción de Sigur Ros. Genial mezcla de texturas y enorme interpretación de James Franco.
Espectáculo audiovisual abstracto, hipnótica estética de personas y recuerdos al más puro estilo Mallick; y una sincera introspección humana. La réplica religiosa a 2001. Lo quiere abarcar todo, desde el cosmos hasta los sentimientos. De la historia del mundo al espíritu de la sociedad americana.
Enormemente cuidadosa con los pequeños detalles que aportan verosimilitud, desde un pequeño dibujo mal hecho hasta unos diálogos muy creíbles en los que se nota un gran trabajo con las actrices. Pero principalmente, es capaz de innovar con nuevos recursos narrativos, propios de la era digital, donde la tecla backspace puede denotar una palabra no dicha.
O la última incursión en el terreno del estilo documental para el terror. La enésima depuración de ese camino que popularizó El proyecto de la bruja de Blair. Con el falso realismo consigue una tensión y una atmósfera cerrada, impecable. El miedo a lo sobrenatural, potenciado por una aversión mayor a algo real: la peligrosa ignorancia de la América profunda.
Llama la atención encontrar cine iraní directo y con ritmo. Esta es una obra sobre las medias mentiras, sobre la ambigüedad ética de las decisiones que tomamos cada día. Una de esas películas que sabe llevarnos a ese punto de incómoda duda interior, que nos convence, con golpes de realismo en sus diálogos, de que la frontera entre lo bueno y lo malo está enormemente difuminada a veces. Un retrato indirecto de la sociedad iraní, pero por encima de ello, una interesante reflexión sobre los matices de las disputas.
Una trama que evoluciona y cobra nuevas dimensiones. El delicioso homenaje al cine fantástico a través de muchos géneros desde el mudo hasta el terror japonés. Un mensaje que en cierto modo culmina la filmografía de Almodóvar. Pero por encima de todo, la inquietud de una película oscura y retorcida, que se adentra en el sometimiento más íntimo, procedente del dolor interior; enfatizado con una banda sonora desgarradora y pasional y con una estética impecable. Una película excepcional siempre que le permitamos entrar en nosotros.
La película del año. No contemplamos la danza, estamos dentro. Pegados a los personajes, captando cada sonido, con una experiencia intensa y claustrofóbica. El lado oscuro del alma humana, con una impresionante Natalie Portman que no sólo baila maravillosamente sino que es capaz de mostrar dos caras opuestas: la rigidez extrema de una chica reprimida y el magnetismo sexual de un cisne negro liberado. La sutil pero intensa banda sonora completa una película llena de virtudes y con muchísima fuerza.