Bendito internet, que nos permite acceder rápida y gráficamente a tanto material, y que tanto tiempo nos ahorra.
En un ejercicio puramente lúdico, anoche me dediqué unos minutos a repasar un recurso que Sergio Leone trabajaba especialmente bien, con una fuerza y una expresividad que no es común, no. Y muy útil para el efectista subgénero (el spaghetti western) que creó con Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Hablo del primer plano: uno de los valores básicos del lenguaje cinematográfico, de los más recurridos desde que el Cine es Cine, pero al que Leone supo sacar todo el jugo a través de esos rostros ajados, sudorosos, sucios y mal afeitados y, sobre todo, tan bien elegidos. O, al contrario, cuidar con mimo exquisito si quien miraba a cámara era Claudia Cardinale.
Así que aquí os dejo una larga retahíla, parte de los que ayer me di el gustazo de ir buscando y encontrando por la red.