El lado bueno de las cosas es una película con la chispa suficiente para destacar en la mediocridad de estos tiempos de cine, y por ello, ha destacado sumando la innegable y estimable ayuda del marketing ultra a su servicio en campaña de los Óscars. Poco nivel y por tanto oportunidad para los menores.
La propuesta de la película es hasta original e instructiva en la primera parte del film, donde aún se juega a adentrarse con humor en una enfermedad de enfermedades, en un mantel digno entorno a la sustancia gris en el cerebro de un personaje central al que querer dentro del drama. El humor es su mejor baluarte, la poca discreción con el tema de la pseudolocura otro, sin embargo, y casi siempre hay un sin embargo, hay un sin embargo.
La segunda parte del film cae en el destrozo mayúsculo de lo propuesto entrando en las exageraciones propias de cualquier comedia romántica. No se puede jugar a hablar de un ser con sus problemas mentales y su entorno en tono ameno y pasar directamente después a la situación estereotipada de siempre con amor a raudales y chico feliz que se da cuenta de las cosas.
Es por tanto una película fugaz y simpática, pero que se va partiendo a sí misma y a su alma hasta un final que no altera el producto del cine más comercial. Recomendada por éxito seguro, sencilla de ver y hasta agradable en cine de grupo o esporádico pero eso sí vendiéndola como humilde.
PD: Los amantes de Cooper (El ladrón de palabras o Sin límites)tienen que estar contentos como siempre, los de DeNiro (Luces rojas) no se pueden perder este registro no exagerado de su modo risa y una nueva estrella subvencionada ha surgido, Jennifer Lawrence (Los juegos del hambre). Caritas hieráticas y un cuerpo de los 90 al servicio del baboseo, pero aún, lo que es aportar algo, no ha aportado nada a la actuación.