La saga crepúsculo se convirtió en un objetivo el día que se propuso varias películas. Condenado a acabar viendo trilogías o fórmulas similares, como apoderado de un entusiasmo incontrolado, me acerqué a su reino apartando Amanecer y sus partes del análisis final. Eclipse ya me ha dejado sin fuerzas.
Adolescente, ágil, ligera pero atrayente, dócil pero asumible, la película se mostró hasta sana, con un juego curioso entre lo fantástico y amoroso. Muy fácil si uno coloca el filtro en modo quinceañero, sólo se puede uno mantener hasta la parte final, comercial y cuidadosa con las formas como una buena novela de amorosos musculosos se merece.
La parte más comercial sin lugar a dudas. Ya presentado el primer éxito de taquilla, la libertad para desarrollar las artes digitales y llevar al terreno del conflicto los segundos agónicos de un duelo visceral, impregnaban a la película de un carácter distraído y superficial que hasta Harry Potter demostró saber evitar en sus primeras películas.
Filosófica, como un libro de pensamientos y dudas juveniles. La postura tentadora de los hombres y la decisión de la protagonista, con un elenco de rostros apesadumbrados, conforman una batalla por mantener la pelea emocional de una generación seguidora de la saga sin perder el espectáculo cruento de los especuladores de la acción.
No espero que mejore su propuesta. Esclava de su evolución pobre en los lomos puramente comerciales y demasiado presumible en su lado romántico, no conseguirá de mí más que la satisfacción de terminar el ciclo.
Como amante del cine me he visto en la obligación de acercarme, pero no me has conquistado Edward…Otra vez será, cine juvenil…