Hacía tiempo que no veía una película media, de esas que no se esconden en la comercialidad pura aunque sean meramente entretenimiento noventero. Russell Crowe es ideal para que el público tome partido por él en un papel humilde como este donde dan ganas de ayudarle a cada paso.
La historia normalizada que propone, sin demasiadas exageraciones, logra un clima de aventura urbana, de composición dramática nada supranormal pero sí verosímil y agradable para sentarse en la butaca un buen ratito a dejarse llevar en una sesión de descanso. El cine también es entretenimiento, solamente suelo pedir que no sea hiperentretenimiento asombroso.
La película tiene hasta ese detalle de construcción inicial que ameniza los acontecimientos, sus banda sonora no molesta o repiquetea interrumpiendo o forzando y las escenas de acción son tan estándar que uno no se las cuestiona. Ese es el poder de esta película, que no te la cuestionas, una historia posible, dentro de la caja desastre del cine, con sus momentos, su trama, sus personajes y al acabar una satisfacción para el espectador.
Si es que tampoco es tan difícil verdad…