Joder como se agradece cuando una película cinco estrellas se cuela como si no lo fuera. Y además, si lo hace siendo original, directa, formalmente comprometida con el talento y tremendamente entretenida, todo es sencillamente digno de aplauso y disfrute.
La premisa de la película, presentada en un final apoteósico y lapidario con frase cruel pero verazmente reposada sobre las conciencias del EEUU más asqueado de sí mismo y su propaganda, no pierde en destellos de grasienta presencia a la hora de ser ágil y curiosa con la cámara y sus diatribas visuales.
Las películas con conversaciones extendidas y aparentemente triviales, gracias al efecto Tarantino, películas de secundarios con peso, gracias a los Coen, y remansos de ganas de ofrecer y sorprender, han cabalgado a una con una película negra y fría, sucia y tangible, como muy pocas.
El aire fresco de este film es llevado a la perfección con el actor perfecto, el que no se equivoca eligiendo destino y guión, Brad Pitt es capaz de todo, y únicamente espero que no termine como DeNiro haciendo comedia sin sentido.