Y si vivimos todos juntos es una de esas locuras que se venden muy bien en el país vecino, ese repito una y otra vez que posee una industria potente y cuidada para autodisfrute de su cine, del bueno y del malo, pero siempre con un mínimo de rigor.
El trato no sé si desmedidamente indiscreto que se hace en Europa del mundo de la tercera edad, las conversaciones posibles que se pueden dar en los diálogos de estas películas, simplemente hacen pensar si tenemos en nuestro cine generación como para generalizar sobre los ancianos de la misma manera más allá de La vida empieza hoy o Arrugas.
Comedia discreta, curiosa y simplemente para consumo sencillo, que no sorprende pero genera contenidos más que decentes, es un claro ejemplo de película que rellena los gustos y las fichas de cartel del panorama del cine sin dejar entrar a la mediocridad estadounidense sin control ni filtro.
Moralejas cogidas con pinzas, alegrías y disfrutes exagerados, pero por encima de todo, cine para todas las edades sobre todas las edades, cine para que vayan al cine los que quieren poco derroche de profundidad y tienen cierta edad como para ver a Mario Casas todo el día semivocalizando. Es posible.