Muere Kaneto Shindô


30 de Mayo de 2012
por Obi-Wan

Ha fallecido uno de los grandes directores japoneses de la historia. Su fama no se puede igualar a otros ilustres paisanos como Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu o Kenji Mizoguchi, pero si su cine. El pasado 22 de Abril Kaneto Shindô cumplió cien años y durante más de setenta, ha ido haciendo historia del cine nipón, con más de doscientos guiones y cuarenta películas en su  filmografía. Aún me queda mucho por visionar de este magnífico director, pero aquí dejo mi pequeño pero sentido reconocimiento a su trabajo.

Imagen de El gato negro

Como discípulo de Mizoguchi heredó de él el gusto por las historias de mujeres fuertes que han de enfrentarse en soledad a los grandes dramas que la vida les impone. Su mentor logró ver el éxito que cosechó con el primer film que se dio a conocer fuera de sus fronteras con Los niños de Hiroshima (Gembaku no ko). La cinta versaba sobre otro de sus temas más recurrentes de su filmografía, el ataque con la bomba atómica a su ciudad natal. Con ella estuvo presente en los Bafta y en Cannes.

Más tarde volvería a estar presente en los Bafta y ganó el gran premio del festival de Moscú con La isla desnuda (Hadaka no shima), todo un reto a la hora de su visionado debido a la inexistencia de diálogos. Pero sorprende por la fuerza de las emociones que acaba arrancando en el tramo final de sus personajes y como es capaz ensalzar una alegoría sobre el agua como padre de la vida.

Imagen de Onibaba

Otro de sus títulos más interesantes es El gato negro (Yabu no naka no kuroneko) que contiene una escena inicial de una majestuosa brutalidad, cuya historia acaba tornando en un cuento fantástico de terror. Pero mi preferida sin duda es Onibaba. Este mismo año, en el fin de semana precrítico, elegí este título para dar a conocer a mis compañeros  a este realizador. Su angustiosa mezcla de violencia y deseo, se funde con la fábula ancestral y la denuncia de la guerra. Se vuelve a poner de manifiesto el papel de la mujer fuerte. Y la ambientación en mitad de un bosque de juncos cortantes resulta asfixiante. No puedo pensar en mejor tributo que los aplausos que acabó arrancando. Descanse en paz.





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