Nuevo cine asiático

Este sábado tuve la ocasión de organizar un pequeño ciclo con unos amigos para acercarnos a cuatro títulos más o menos emblemáticos y más o menos recientes, de cuatro nacionalidades diferentes de Asia. Aprovecho, como no puede ser de otra manera, para ofrecer aquí mis impresiones.

Tropical Malady (2004)
de Apichatpong Weerasethakul
Tailandia.

El impronunciable Weerasethakul es uno de los directores más respetados del circuito festivalero, sólo por eso, vale la pena acercarse a su cine, como cursiosidad, para aquellos que no lo conozcan. Esta es una de sus películas más asequibles, críptica pero tolerable (más que otros trabajos suyos), por lo que puede ser una buena manera de empezar el acercamiento. Podríamos definirla, burdamente, como un cruce entre Titanic y Brokeback Mountain en clave ultraindependiente y con brochazos de fantástico y mucho simbolismo.

Lo de Titanic va un poco por su manera de presentar a los personajes en una historia de amor para después forzar un giro de género, y la referencia a la película de Ang Lee, evidentemente va por el contenido homosexual tratado de forma light. En su segunda mitad consigue niveles muy interesantes de atmósfera fantástica incluso salpicada de terror, sin escapar en ningún momento de una estética cruda, sin apenas efectismos, y con una presencia importantísima del sonido ambiental (clave en este tipo de corriente asiática). Es apta sólo para espectadores dispuestos a asumir un tempo lento y un interés más enfoncado en el simbolismo que en el desarrollo lógico. A otros podría resultarles exasperante.

Premio del jurado en Cannes.

Confessions (2010)
Tetsuya Nakashima
Japón

Se llevó unos cuantos premios gordos de la academia japonesa, entre otros. Es una película bastante compleja argumentalmente, con varios giros de guión y un fluir inagotable de diálogos, que puede requerir más de un visionado. Su ritmo de información es frenético, tanto, que podría parecer que a los veinte minutos de película ya está todo el pescado vendido, pero no, tiene mucho más que ofrecer. El planteamiento resulta original y se consiguen algunos momentos climáticos muy resultones.

Su fotografía es uno de sus valores más interesantes, pues derrocha personalidad, y ahonda en ese terreno aún tan virgen que es el digital. Con tonos poco saturados y juegos de contraste de luz artificiales para destacar personajes, consigue tener una estética propia, diferente, que además encaja a la perfección con la película. Mención aparte para el uso de la abundante sangre, impactante dentro de esos tonos apagados.

Serbis (2008)
Brillante Mendoza
Filipinas

La crítica internacional tiene en los últimos años un ojo puesto en el cine filipino, y su mayor exponente es, sin duda, Brillante Mendoza. Hablamos de un tono muy cinéma vérité, frescos de la sociedad filipina, historias muy corales, de hilo argumental muy sencillo. Esta no es la mejor película de su director, ni la más laureada, pero representa muy bien a este tipo de cine.

Como alguna otra película del nuevo cine asiático (Good Bye, Dragon Inn de Tsai Ming-liang), esta película nos habla del declive de la industria de exhibición cinematográfica, con nostalgia y pesimismo. En este caso, unos cines en plena ciudad, en otro tiempo exitosos y ahora dedicados al porno para sobrevivir. Sobre esta idea, y de forma siempre indirecta, el director nos va revelando realidades sociales de diferente índole. Temas a veces sugeridos (no en vano los cines llevan el nombre de "Family"). Pero sobre todo, Mendoza vuelca su mirada en un ambiente extremadamente sórdido, impregnado de tristeza, enfermedad, vejez. Personajes condenados como la profesión que ejercían.

Otra película que no es para todos los públicos, por su carácter bastante contemplativo, su falta de hilo argumental central y las ideas indirectas que requieren un esfuerzo voluntarioso por parte del espectador.

The Chaser (2008)
Na Hong-jin
Corea del sur

Na Hong-jin dio que hablar con esta ópera prima y se hizo un nombre en el sólido campo del thriller de acción coreano. Personalmente, debo decir que encuentro la película enormemente fallida. Lo que no quita para que su segunda película, la reciente The yellow sea me pareciera de lo más interesante. Sin embargo, esta, por su planteamiento, la considero un thriller sin rumbo.

Será por lo que limita estar basada en hechos reales, o por la incompetencia de sus guionistas, pero a la media hora, la película que había empezado bien, pierde todo su objetivo, lo que para una película de género sin mayor ambición artística en la que sustentarse, resulta letal. Más si el argumento se dilata por encima de las dos horas y sólo avanza por algunos movimientos forzados y bastante torpes.

Se vislumbran algunas de las buenas maneras de Hong-jin que después veremos en su segunda película, pero no es suficiente. El resultado queda más como un producto que busca nutrirse del éxito internacional de su compatriota Memories of murder, con la que guarda ciertas similitudes y, en general, del buen momento que está viviendo el género en Corea. Muy decepcionante. Aburre y apenas aporta.

Os recomiendo a los más atrevidos repetir el ciclo (si acaso con las 3 primeras) y como hicimos nosotros, acompañar las películas de buena comida oriental.