Bela Tarr es un director muy amigo de realizar experimentos cinematográficos, entre ellos está Satántango, obra de siete horas de duración.
Su nueva y esperada película, El hombre de Londres, provocó la espantada general de la crítica y uno abucheos entre los pocos críticos convencionales que aguantaron hasta el final.
Sin embargo se puede leer que Oti Rodríguez-Merchante dice sobre esta película que «no hay sala que la aguante ni, por supuesto, espectador de sala». Para terminar concluyendo que «la película es fastuosa, obsesiva y de una precisión más suiza que húngara. Peliculón que nadie le aconsejaré a nadie».
Un plato que no es para todos los gustos y que se erige, de esta manera, junto a Grindhouse como la película polémica del Festival de Cannes 2007.