Hoy es el día después. Tras la resaca de una larga noche pegados al ordenador, radio, televisión y etcétera toca hacer balance sobre el desarrollo de la gala o sobre el palmarés.
Una de las frases lapidarias con las que siempre uno se encuentra en el lunes post Óscar es con "gala aburrida y previsible".
Sobre lo segundo, que atañe directamente al palmarés, pues he de decir que, al comienzo de la gala, uno siempre espera varios requiebros pero, cuando termina, dice: "estaba todo cantado". A este respecto he de decir que el palmarés y desarrollo, en cuanto a concesión de premios, de la pasada noche ha conformado uno de los Óscars más emocionantes de los últimos años.
No hay que olvidar que el guión estaba siendo casi perfecto para La red social hasta que llegó el punto de inflexión: el Óscar a mejor dirección. Hasta entonces se había hecho con los Óscars a mejor banda sonora, a mejor guión adaptado y a mejor montaje, lo cual disparaba las cábalas sobre qué sucedería si David Fincher se alzaba con el más que probable galardón a mejor director. El giro copernicano que la concesión de dicho óscar supuso a Tom Hooper, director de El discurso del rey, deshizo el entuerto y el misterio: ya teníamos ganadora.
En cambio, las categorías de actor y actriz se prestaban mucho más a una sorpresa que no existió. No tanto por la parte de Colin Firth y su Óscar a mejor actor principal, que debía ser suyo y con el que no puedo estar más de acuerdo.
Se hablaba mucho del efecto arrastre en las categorías secundarias. Geoffrey Rush venía de hacer un gran final de temporada de premios, batiendo a Bale en los BAFTA y llegando a ese sempiterno punto en el que, de haber ganado Rush, la gente habría podido decir que estaba cantado. Pero fue el actor secundario de The fighter quien se llevó el gato al agua y el que pronunció un sincero y emotivo discurso.
Lo mismo podía predicarse de Helena Bonham-Carter, acompañada de su marido que vio cómo Alicia en el país de las maravillas se hacía con dos óscars: mejor dirección artística y vestuario. Incluso Hailee Steinfeld se apuntaba con posibilidades gracias a la controvertida promoción llevada por Melissa Leo. Pero Kirk Douglas, tras un misterio casi inaceptable para cualquier corazón, confirmó que el óscar era para Melissa Leo que, en su discurso, tuvo la mala idea de usar esa palabra prohibida que empieza por f.
Finalmente, Natalie Portman dejaba sin opciones a Anette Bening. Y ya van cuatro nominaciones sin premio. Un premio absolutamente justo y que, a la postre, fue el único reconocimiento para El cisne negro.
Y es que parecía que, a pesar de lo secreto de las deliberaciones de la Academia, Scott Rudin, productor de La red social y Valor de ley ya se temía una nueva demostración de Harvey Weinstein que ha sido capaz de quitarle el protagonismo a una película que, tras la entrega de los Globos de Oro, tenía como destino triunfar en los Óscars. Como ya hiciera con Shakespeare in love, en el año de Salvar al soldado Ryan, Weinstein consigue que una cinta de apenas 15 millones de dólares que ha reventado taquillas en todo el mundo, muy clásica y muy del gusto del gremio de los actores, que recordemos es el que más peso tiene en las votaciones tal y como se encargaron de recordarle a James Cameron y su Avatar el año pasado, se haga la reina de la noche.
En el otro lado del ring tenemos a Origen que con 4 estatuillas, las mismas que El discurso del rey, deja con un sabor agridulce a Christopher Nolan, al que le negaron la nominación a mejor director y el óscar al guión original y que quizá no sepa que están esperando a que cierre su trilogía para que la Industria le dé las gracias con una noche de murciélagos.
Por lo que respecta a las posibilidades hispanas, lo que se sabía: Bardem se quedó en cero, entregando con Josh Brolin los óscars a guión, vestidos de riguroso e impoluto blanco; y Biutiful se quedó sin óscar, batida por la película danesa de Susanne Bier.
¿Y la gala? Pues mejor que la del año pasado, sin duda, pero sin conseguir esos objetivos de frescura que se pretendieron con la elección de un James Franco, más discreto, y de Anne Hathaway, voluntariosa a la par que sobreactuada. Una pena el parón que suponen las canciones nominadas al óscar y el hecho de que se le reste emoción a los premiados con el óscar honorífico. Buen montaje inicial con algunas de las nominadas, con la participación de Alec Baldwin; mucha coña el nonagenario Kirk Douglas; buen aporte de Billy Cristal; el pollo a la "Randy Newman"; y poco más.
Mención especial para el óscar a la banda sonora de La red social, a cargo de Trent Reznor y Atticus Ross.
Y para los que digan que el palmarés fue previsible, un dato: en los 83 años de historia de los Óscars, jamás una película se había llevado el óscar a mejor película sin ganar alguno de los siguientes premios, que este año se había llevado La red social, Premio de la Crítica de NY, National Board Review y Globo de Oro. Las estadísticas están para romperlas, está claro.
This is the end.