Ben Affleck, muy profesional y seguro, director y actor de Argo, y Alan Arkin, actor principal, han pasado por la sala de prensa del Festival de San Sebastián para presentar su película, un drama político basado en hechos históricos relacionados con la embajada de Estados Unidos en Teherán a finales de los años 70.
El tono cómico del film enseguida sale a la palestra. Ben Affleck nos reconoce que tiene un tono sátiro, de comedia, y que sabe que esa parte puede destruir la realidad pero que ha tenido suerte de tener unos actores que logran que parezca realista incluso en esos momentos. Es crédito para Goodman y Arkin.
Sobre la posibilidad de que haya querido crear una similitud con el mundo actual nos comenta que no ve una relación especial con el mundo actual. Es un homenaje a los diplomáticos que van al extranjero, es un trabajo peligroso, con sacrificio y a veces con el último sacrificio.
Alan Arkin por su parte nos comenta su relación con John Goodman. Desde el momento que le conocí en el plató nos hicimos amigos y nos sentimos cómodos. Abordamos el trabajo igual, comenta, nos gusta la misma música. Ocurre de vez en cuando y estoy encantado.
De nuevo las preguntas viajan hasta el director del film. Le preguntan por las claves de dirigir y actuar a la vez. Ben comenta que si conociera la respuesta la daría. Lo único que hace él es rodearse de gente mejor y ser humilde para aprender y mejorar. Sobre su aspecto en la película, con pelo largo, su hija le preguntaba por el tipo de trabajo que tenía para que le pidieran ir con esos pelos, le encantó afeitarse tras el film.
Acerca de la similitud y cercanía del film con los films estadounidenses de los años 70 del mundo del thriller comenta que ha podido copiar el estilo de las mejores de la época, rodando con ese estilo la gente se podía creer mejor la película y creer en la historia.
Sobre la posibilidad de haber rodado en Irán nos desvela que en realidad le hubiera gustado, ha intentando localizar incluso algún cinematógrafo para captar algo de metraje pero no me apoyaron. Incluso algunos realizadores iranís que conoce le decían que se olvidara de ello, que por tanto no lo pudo hacer.
Sobre el comienzo de la película lejos de algo real al empezarlo con un cómic, nos comenta que era su manera de enlazar la vida con el arte dramático, una manera de entrar en el contexto histórico y acabar mostrando una historia dura y tensa. Esperaba que más adelante encajara el público mejor en el subconsciente.
A Alan Arkin se le cuestiona sobre las diferencias del cine que él pudo vivir de los años 70 y esta época. Aunque al principio reconoce no saberlo, de manera clara incluso provocando en la sala cierto silencio, acaba por comentar que fue una época en donde existía una especie de libertad loca, cualquiera podía dirigir un film o escribir un guión. Existía una especie de sentimiento de abandono salvaje, no como ahora que cada vez es más complicado hacer una película independiente. Hasta yo mismo hice una película, y eso ahora sería muy complicado.
Sobre la sala de montaje Ben Affleck nos narra que ahí es donde se hacen las películas, yo soy muy acumulador, y en la oscuridad, sin presión, hago el montaje. Experimento mucho en la sala de montaje.
En referencia a sus próximos proyectos tanto como actor como director comenta que no sabe lo que va a hacer, se le pregunta por cierto proyecto basado en un libro de Stephen King y comenta que le gusta la idea pero que hay guiones complicados para adaptar al cine.
Una de las últimas preguntas critica la poca crítica a EEUU sobre el tema en cuestión comenzando con un punto crítico y acabando en cierto tono de ensalzamiento patriótico. Ben es claro, no ha querido cambiar a la gente, conoce a amigos republicanos, demócratas y de todo el mundo y pretendía que cualquiera pudiera ver el film mencionando a Renoir y su estilo humanista, él ha intentado lo mismo salvando las distancias por supuesto.