Soderbergh: El maestro del vacío se las pira


15 de Marzo de 2011
por Romulo

Soderbergh

Steven Soderbergh dice que se retira. Pero lo hace de manera muy curiosa; a saber, lo anuncia cuando sabemos que todavía tiene por delante, firmados, tres proyectos. Algunos de factura compleja, parece. No sé, raro anuncio éste.

Bien cierto es que normalmente estos anuncios acompañan estratégicamente al inminente estreno de alguna superproducción; no es el caso, Soderbergh no parece llegar quejumbroso acompañando la maquinaria publicitaria de ninguna película.

Bien cierto es que, en estos casos, la estrella de turno suele anunciar a los cuatro vientos que se retira culpando de todo a todos, especialmente a Tío Dólar, a la hipocresía de Hollywood, a la dura lucha día tras día con productores y magnates. Pero no hay nada de eso en Soderbergh, que repite que se retira en un tono hastiado y sin levantar para nada la voz. Sus motivos, mundanos.

Sí, dice que se ha cansado de subirse a la furgoneta para localizar escenarios. Que si tuviera que volver a hacerlo mañana, se pegaría un tiro. Suena sincero, llano, sencillo de entender. Y sin embargo...

...y sin embargo, Steven, ¿por qué me cuentas eso si todavía te quedan tres proyectazos de aúpa por delante? No acabo de entenderlo. Si tan hastiado estás, ¿no sería mucho más normal que te bajaras de esos tres barcos y cedieras la dirección de cada proyecto a otros?

No sé. Con Soderbergh todo esto no me sorprende nada. Él es así. El simulador indie, podríamos llamarle. El no-autor. Hasta para montar su particular circo de artista decepcionado encuentra modos alternativos para vestir la función de supuesta realidad, de esa "falsa veracidad".

No nos engañemos: Mucho de esa falsa veracidad hay en muchas de sus vacuas cintas de autor. No me gusta ese Soderbergh, he de decirlo así de claro. Sí me gusta el Soderbergh plegado a la necesidad puntual de la industria: El Soderbergh estiloso y muy mañoso de la saga Ocean. Pero cuando se disfraza de Super Auteur, algo falla, algo chirría. Las referencias y los engaños estilísticos se suceden, el supuesto poso de la narración no es tal, no lo encuentro, caigo y caigo y no encuentro fondo.

El Soderberg más acertado, en esta faceta, debe seguir siendo el de la inicial Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Su gran acierto, ser la película adecuada en el momento adecuado. Era el momento, y él lo clavó. Hoy es una película que ya no puede verse igual.

Por lo demás, y apuntando a las más aplaudidas, Traffic me parece más tramposa y vacía a cada visionado, así como burdo su juego de filtros en esa labor de fotografía que tanto le aplauden. Erin Brockovich es un truño. No argumento más. Acepto quejas. Solaris es aburrida como sólo puede serlo un bostezo de vaca. Su reciente díptico del Che Guevara se alarga indeseablemente y coquetea con los métodos audiovisuales del documental. Como con Traffic, cada visionado denuncia más gravemente lo vacío del discurso. Con The girlfriend experience aun no me he atrevido, pero mucho me temo que las impresiones de mi compañero Hypnos tiran por la misma línea.

The girlfriend experience

Pero, oye, cada vez que caigo en las redes de Soderbergh y me disgusto (después de todo es innegable que tiene un cierto talento visual), puedo ponerme un ratito cualquiera de las aventuras de Danny Ocean y compañía, y de repente sonrío y perdono al bueno de Steven sus ínfulas de autorcillo. Sí, con la saga Ocean, maestra del entretenimiento estiloso y vacío, precisamente, me lo paso pipa; es decir, ¡justo ahí donde Soderbergh no tiene miedo de admitir lo superficial del conjunto y tira para adelante con toda la jeta del mundo! Asume lo que eres y triunfa.

Uno de los más importantes directores al margen de Hollywood se marcha, dicen. El jefe de Danny Ocean está de berrinche, más bien, digo yo.

Ocean's 13





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Tags: Actualidad, Directores



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