Confieso que me ha dado mucho apuro escribir estas líneas. Ya desde que la noticia del fallecimiento de Álex Angulo, ayer domingo, pasaba del estadio inicial de shock absoluto al de esa sensación de confirmación que dan las horas ya consumidas -como si en ellas hubiera aún una posibilidad de mentira, de broma sin gracia-, intuía que debía escribir algo aquí, pero me podía la vergüenza.
Escribir unas líneas fría...
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