Pues eso, que todos sabemos los largos plazos de tiempo que Terrence Malick siempre se ha dado a sí mismo. Años. Y años. De pensar, escribir, rehacer, rodar, montar, desmontar y volver a montar. Por ejemplo para la reciente y polémica (no sé por qué) El árbol de la vida.
El caso es que Malick siempre ha sido así, el hombre. Además de un bicho antisocial, siempre a la sombra, huyendo de micros, entrevistas, portadas, cá...
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