Lo peor no es que cada día cueste un poco más despertarse, lo peor es que lo hagamos para asistir a otra demostración de falta de talento de Javier Rebollo. Su película, La mujer sin piano, quiere muchas cosas y no consigue ninguna, ni de lejos. Esto a pesar de que el tipo tiene las ideas muy claras, demasiado diría yo. Me acerco a la rueda de prensa que cubre mi compañero Olmo, sólo por curiosidad (porque ya le escuché con Lo que sé...
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