Tarantineando (Diario del festival, día 18)

Y llegó septiembre. Un mes maldito para trabadores, familias con niños y estudiantes. Pero un bendito regalo para muchos de nosotros. Y tan necesario en estos tiempos difíciles que corren. Porque lo crean o no, el cine es vida, oxígeno. Y dónde mejor que respirar aire puro que en el mar. Y qué mejor ciudad para hacerlo que San Sebastián. Y qué mejor lugar para comer durante nueve días que en esta ciudad. Donde puedes pasear por  la orilla de la playa de la Zurriola (si el tiempo lo permite), admirar los Kubos de Moneo o disfrutar del horizonte en el bravísimo Paseo Nuevo. Y además, un festival, internacional y de cine. Yo me quedo. ¿Y tú?

Los nervios por la nueva edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián me han quitado gran parte del sueño de la madrugada. Sin embargo, rompiendo la costumbre, hoy no era el de siempre. Hoy, tarantineaba. Yo tampoco sabía lo que era hasta que he descubierto que tarantinear significa "cantar por gusto o deleite a Tarantino". Porque hoy era el día idóneo para tarantinear. Hoy se estrenaba Malditos Bastardos, la nueva de Quentin Tarantino. Y de su mano, Brad Pitt. Quién necesita más.

La ciudad de Donostia amanecía con un ambiente gris, lluvioso. Un chocolate caliente en el barrio de Gros me quita la desilusión atmosférica. Estómago caliente, rumbo al Kursaal, donde se pone a funcionar la máquina del festival. Toca Chloe, la última de Egoyan. Gustará, seguro que sí. Jugando a caballo ganador. Habrá postcrítica. Aunque la gente, al igual que yo,también tarantieaba. Y es que hoy era el día.

Tras el visionado de la película, la rueda de prensa. Egoyan responde tranquilo, tratando de hacer un análisis más profundo de su último trabajo. Tan sólo diez minutos y comienza Malditos Bastardos. Un aptitoso bocadillo y rumbo al Teatro Principal. Un recinto maravilloso en plena Calle Mayor donostiarra. Escucho más tarantineos. Cada vez son más. Comienza la proyección, silencio. Satisfacción tras el visionado intenso de la película. Habrá postcrítica.

Sólo quedaba ver al creador de ese extraño canturreo en su rueda de prensa. Una aparición más de paso que otra cosa. Simpático Pitt. Contento Tarantino. Pero muy breves. Ya se sabe como es esta gente.