La nueva aventura del legendario Francis Ford Coppola no ha tenido un buen recibimiento en Cannes. El veterano director italoamericano llegaba a la Croisette con un film de escueto presupuesto, íntegramente producido por él mismo y rodado en Buenos Aires.
Todo apuntaba a que Tetro sería una película de corte experimental, en la que la Familia volviese a ser el centro de atención y referencia para Coppola. En cierto sentido, así ha sido. Pero esta vez el resultado no ha satisfecho a casi nadie.
"Siempre he querido ser libre y con esta película lo he conseguido"; así se presentaba Coppola en la rueda de prensa (de la mano de Maribel Verdú), pero su absoluta libertad y control sobre la obra esta vez no ha terminado de ser algo realmente positivo: Su visión única y personalísima dota a la narración de Tetro de todo tipo de apuestas visuales ya conocidas en la filmografía de Coppola, pero -según los primeros reportes críticos- de pocos hallazgos realmente reseñables.
El director de El Padrino no se ha mostrado preocupado por la más que esperable poca distribución del film, y asegura que ya no hace cine en ese sentido. Recordó que su exitosa producción vinícola le permite producirse y pagarse aquellos trabajos que buenamente quiera realizar por el simple placer de trabajar y experimentar.
Tetro se pasa en Cannes en el marco de la Quincena de los Realizadores, algo que en su momento molestó sobre manera al propio Coppola, que pretendía entrar a Concurso.