La prima cosa bella es una suerte de italianismo y película moderna en toda regla. Su carácter tragicómico, tan cercano a la eterna idea antropológica del italiano dándose caña a sí mismo hasta parecer que va a agredir y el drama melancólico y existencial se dan la mano de una manera caprichosa pero también responsable.
Con el juego perfecto para no cansar con cada uno de los contrapuntos, con el vaivén de idas y venidas de flashbacks y narración lineal, logra el entendimiento del público, su apoyo, y el interés implicado por los destinos de los personajes y sus sentimientos. Cosa no fácil, cosa no por tanto difícil pero al menos poco reproducible en los últimos tiempos.
Es el futuro del descaro italiano. Es el futuro de un cine que no nos contagia demasiado pero que tiene ese perfecto aroma a lo suyo que no abandonan. En España ya se hacen película globales, en Italia les cuesta más, y en esa existencia surgen productos híbridos con este lleno de contundencia y cariño, el resumen de sus vivencias.
Animo al visionado de esta película por su carácter positivo y vital, por su capacidad de muestra del doble fondo de la existencia mediterránea, con sabores y sinsabores que no se olvidan o temen, simplemente se superan con visión hacia el horizonte. En conjunto se trata de una película redonda, redondeando sus minutos, redondeando sus intenciones sin olvidarse de ser italiana.