Mi último día en la Mostra, ayer
lunes, no fue demasiado positivo.
Empecé con ganas: la nueva película
de Terry Giliam, The Zero Theorem. En los primeros diez minutos
estaba encantado con la imaginación desbordante que aportaba un
nuevo universo de ciencia ficción. Luego vi que... eso era todo.
Eso, y una sexi Melanie Thierry que hace precisamente de eso, de
objeto sexual.
Terry Gilliam firmando autógrafos como loco.
La cosa va a peor con Locke, que se
presentaba como un trepidante thriller en tiempo real y... sí, en
tiempo real. Nada de lo que ocurre importa demasiado y la premisa de
tiempo real está injustificada. No hay tensión, no hay thriller.
Solo un tipo hablando por teléfono de algunos problemas.
Y con tiempo real y en concreto, con un
plano secuencia, nos plantea Amos Gitai su película Ana Arabia. El
mérito de rodar una película de 80 minutos en plano secuencia (sin
truco) es innegable, pero resulta una elección terrible. No fluye.
Los actores se ven obligados a situarse de un modo muy artificial.
Los relevos resultan muy forzados. Y como en Locke, la imagen no
importa, solo una continua narración. Para esto no hace falta cine.
Dos películas que se podrían escuchar por la radio.
Mi último día. Me tengo que volver.
Por la noche, entramos en la fiesta - karaoke de Disaronno, que está
muy bien. Nos han prometido que Daniel Radcliffe andaría por ahí,
pero no tenemos ocasión de verle. Y con eso acaba todo. Los días
restantes seguiremos las noticias de la Mostra desde lejos. Menos mal
que tenemos el Zinemaldi a la vuelta de la esquina.