Reconozco que la apuesta de Haneke es tremendamente honesta y arriesgada. El planteamiento se
lleva hasta el último término con una coherencia con la que sólo cienastas tan
seguros de sí mismos como él pueden conseguir. El deterioro de la mente y el
cuerpo hasta el final sin ninguna concesión, sin respiro. De un modo tan crudo
y explícito que no puedo más que refugiarme en una coraza de rechazo. Está
claro que esto va por espectadores, habrá quien esté más dispuesto a abrirse a
estas bofetadas a dos manos. Yo no. Será problema mío. Lo siento pero admiro
más las películas que son capaces de hacerte asomar al abismo de la tragedia
con una pequeña mirada, gesto, una conversación. Descubrir el drama por uno
mismo. Hay quien prefiere la crudeza abierta.
Algo con lo que tampoco funciono bien es con la reiteración.
La película dura más de dos horas y a esta duración ayuda la falta de elipsis
habituales. Cuando ya he entendido una idea, cuando ya he sentido una
situación, el hecho de mantenerla no me aporta nada nuevo. Ningún nuevo valor.
Encuentro también algunos puntos flojos en el guión,
especialmente en el planísimo personaje de la hija, malvada y egoísta como una
caricatura. Hubiera sido mucho más enriquecedor un personaje real, con más dimensiones,
que si bien no actue correctamente, podamos comprenderla. Un personaje bien
escrito como los de Las horas del verano,
donde uno puede entender el problema al completo a través de diferentes puntos
de vista. Caso peor el de la enfermera, otra ejemplo de villano remarcadísimo.
Aunque quizá, lo que más me ha sacado de la película es la
falta de ternura. Haneke es un intelectual y no espero de él una película
sensiblera de lágrima fácil, pero todo tiene un término medio. La sequedad con
la que suele tratar a sus personajes queda bien en las historias que suele
contar (recuerdo, por ejemplo, al doctor de La
cinta blanca), pero no aquí. No puedo aceptar a estos personajes que, si
bien es obvio que se quieren por los hechos que se nos cuentan, no sean capaces
de dar esa caricia o un simple beso en la mejilla mientras miran -casi siempre
desde lejos- el sufrimiento. Creo que era necesario un director más humano.
Buena planificación, un buen tono, una ejecución
correctísima. La historia es absolutamente trágica, ¿cómo no serlo tratando
este tema? Cualquier documental que simplemente contara la vida de una mujer
real, no necesitaría más. Lo hemos visto en el cine, en la tele, seguro que la
mayoría de nosotros conocemos esta tragedia en vecinos o parientes. Basta con
pensar en ello unos minutos para sobrecogerse con su horror, pero ¿qué aportan
las dos horas de película?