Decía mi compañero William Munny que
Michael Haneke ha sido el mejor director de la década pasada,
y no es ninguna tontería. Con cada nuevo trabajo el implacable
cineasta austríaco nos ofrece clásicos instantáneos, de un peso
específico altísimo. Muchas veces difícil de digerir, sobre todo a
la primera, su obra siempre es dura, compleja y muy valiosa.
Que ningún despistado se vaya a
pensar, al leer el título, que esto es una película romántica.
Tratará del amor, por supuesto, pero de un modo durísimo,
confrontándolo con la muerte, con un drama sin miedo a nada. Seguro
que finalmente nos hará pensar.
En el reparto, en un papel secundario,
tenemos a Isabelle Huppert que tan bien se metió en el papel
de aquella pianista enfermiza en manos de Haneke. En los papeles
protagonistas, dos veteranos que han pasado por algunas de las obras
maestras de la historia del cine francés, Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. Categoría. Como curiosidad, también
participa el donostiarra Ramón Aguirre.
En el reciente festival de Cannes se
hizo con la palma de oro (segundo año consecutivo para Haneke), y
aunque es verdad que el palmarés fue excesivamente conservador
premiando sólo a viejos conocidos del festival, es en cualquier caso
uno de los premios más prestigiosos del año. Ahora la podremos ver
en Perlas en el festival de San Sebastián.