Crítica de la película Drive por Romulo

De la contención al exceso


3/5
24/09/2011

Crítica de Drive
por Romulo



Carátula de la película Todo en la primera parte de Drive es talento, contención, sutileza, miradas, silencios. Todo en su segunda parte es lo opuesto: Ruido, sangre, exceso. Adiós al suspense, a la tensión de las manos sobre el volante conduciendo despacio, con cuidado, esperando el momento de acelerar y huir. Adiós a todo lo que de positivo había en Drive hasta ese instante.

Coincido con Sherlock en que los modelos de la primera parte de Drive están claros. Pero es que ya lo estaban, animo a quien ande con ganas a repasar mi precrítica. Nadie se podía llevar a engaño con esto. Lo que ocurre es que Winding Refn magnifica esa primera parte de film demostrando que la espera antes de cada réplica es la clave, no la réplica como tal. No solo en las escenas de acción, sino (y por eso hablo de "réplicas") en cada escena entre él (Gosling) y ella (Mulligan).

Pero es que la cualidad de él como conductor tiene un sentido múltiple: Ella le confirma que su marido ha salido de la cárcel y va a volver, que va a entrar entre ambos, y él responde deteniendo el coche. Puede parecer un gesto evidente. Una metáfora burda. No lo es en imagen. Frena lentamente. El vehículo se detiene sin ningún tipo de aspaviento, tal como reaccionaría (y reacciona) el personaje de Gosling. E, igualmente, del mismo modo, a los dos segundos retoma el camino, suave, sin más ruido del necesario.

Todo en la primera parte de la película es acierto. Incluso los primeros ramalazos de violencia, un pelín excesivos pero por eso tan útiles enseguida, en la escena de club: Gosling amenaza con clavarle una bala en la frente al matón de turno, y precisamente por lo que antes hemos visto, nos lo creemos y tememos lo peor. Apartamos la mirada y no ha pasado nada todavía. Es más, ¡no llega a pasar absolutamente nada! Pero en la sala de cine hemos oído ya varios suspiros de temor. Maestría.

A partir de aquí, la debacle. El realizador danés se olvida de Drive y de sus fuentes, y acerca su personaje al Coronado de No habrá paz (por tirar de una referencia del Zinemaldia) o al Lee Marvin de A quemarropa (por dar otra referencia, clásica): Ya nada importa, solo la más pura venganza. Lo puedo aceptar. Cambio de género, cambio de registro, cambio de intereses.

Lo que no puedo aceptar es que a Winding Refn ya solo le interese que cada secuencia, cada ataque, cada paso de la venganza, sea gráficamente más violento que el anterior, a fin de justificar su esperable crescendo. Hemos visto esto demasiadas veces. Me aburre. No le encuentro sentido dramático o narrativo alguno. La película ya me ha perdido.

Con todo y con eso, incluso en su tramo final le reconozco varios gestos de gran director, tras la cámara: Gosling con la máscara de doble mirando tras la puerta de la pizzería o, sobre todo, ese sostenido y arrogante plano estático de Gosling, ¿quizá muerto, quizá vivo? Se toma el tiempo que necesita, medio minuto, un minuto, no sé cuánto pudo ser, en una especie de pulso con la paciencia del espectador. Con un par.

En definitiva, una lástima y un desperdicio, una película de la que esperaba muchísimo y que me lo ha dado en su primera mitad, para perderme luego y lo que es peor: Aburrirme.




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Drive en festivales: Festival de Cannes 2011 , Festival de San Sebastián 2011 , Festival de Sitges 2011




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