El sempiterno soltero de oro George Clooney vuelve a la carga con una película que, esta vez sí, apunta muy buenas maneras o, mejor dicho, parece que nos lleva a una senda ya conocida en su primera etapa como director, excepcionando esa burda copia de comedia clásica que fue Ella es el partido donde se dio el batacazo de la mano de Renee Zellweger.
Que Clooney es un tipo comprometido con su tiempo es algo que no se le escapa a nadie, a pesar de que le guste engrosar sus arcas con spots para Nestlé. Como actor lo hemos tenido últimamente en Michael Clayton, Syriana o Up in the air. Y como director, amén de ese deslumbramiento que supuso su primer film, Confesiones de una mente peligrosa, con el fabuloso guión del desaparecido Charlie Kauffman detrás, demostró con Buenas noches y buena suerte que la política le interesaba mucho. Con aquella película recibió muchos parabienes, faltándole el óscar en un año en el que, incomprensiblemente, la ganadora fue Crash. Personalmente, aquella película estaba hecha quizá antes de lo que debiera y Clooney acusó una cierta falta de oficio para manejarse en la complejidad que plantea una película tan densa. Espero que a fuerza de ver capítulos de Mad men, donde la tensión lo es todo sin apenas haber acción, haya aprendido un poco.
El caso es que vuelve a la carga con un drama político que espero mejore en resultados a Buenas noches y buena suerte, que está basado en una obra de teatro de Beau Willimon, y escrito entre el propio Clooney y Grant Heslov, su coguionista y coproductor en Buenas noches y buena suerte.
Un reparto de lujo encabezado por el propio Clooney con un Ryan Gosling del que ya se habla sobre sus posibilidades de cara a los próximos óscar y unos secundarios de calidad como Paul Giamatti, Philip Seymour Hoffman, Evan Rachel Wood o la ganadora de un Óscar: Marisa Tomei.
Los temas que tratará la película han sido varias veces vistos, sobre todo en el cine americano: el conflicto moral entre la honradez y las corruptelas de cómo funciona el poder, las dos caras de la política y lo fácil que es ascender y caer en la política en Estados Unidos. Son temas ciertamente trillados pero que espero sean tratados como lo merece el siglo XXI. Y, sobre todo, me interesa ver cómo desenvuelve Clooney rodando una película que está ambientada en la época actual, sin el exceso de escenario que, por ejemplo, tuvo en su ópera prima.
Una de las películas fuertes del año y que se podrá ver estrenada en el Festival de Venecia.