Charlie Kaufman es uno de los guionistas más valorados del momento. En un mundo de directores y actores, Charlie Kaufman destaca con luz propia como guionista e imprime su sello en las películas que tienen guiones suyos, dejando claro que aquí él es el genio.
Su principal objetivo en cada guión que escribe es crear algo diferente. Incluso diferente a sí mismo si se puede. Romper reglas para terminar siguiéndolas. Aunque quiere ser diferente jamás se permitirá serlo a costa de aburrir al espectador, tiene muy claros los valores clásicos de un buen guión y no quiere dejarlos atrás, aunque sí los camufla inteligentemente para evitar que parezca un guión más.
Dicho todo esto, es de esperar que sea difícil encontrar constantes en el cine de Kaufman, que tanto hace adaptaciones como guiones originales y toca géneros de espías como de ciencia ficción, comedia... Sin embargo, sí que hay ciertos aspectos que se repiten en varias de sus películas, casi nunca en todas, y algunas directrices que parece seguir su cine. A continuación presento algunas de ellas.
En todas las obras de Kaufman, en mayor o menor medida, se aprecia un ácido y refrescante sentido del humor. Hable de lo que hable, la comedia siempre está presente. Como en el resto de sus aspectos, no se acoge de ningún modo a formatos estandarizados de gags. Su humor es personal, contundente y desconcertante.
Pocas veces encontramos personajes normalitos. Tenemos marionetistas pirados, guionistas introvertidos, presentadores de TV basura, científicos locos, científicos buenos, espías a lo Matahari... Aunque siempre ofreciéndoles un perfil psicológico coherente y realista (si cabe aplicar este adjetivo a cierto tipo de personajes).
Aun así, también tenemos personajes menos extravagantes, que muchas veces responden a la necesidad de una identificación del espectador con el protagonista.
En varias de sus películas, en mayor o menos medida, Kaufman mezcla realidad con ficción. Por ejemplo introduciendo personajes reales. John Malkovich, Chuck Barris (el presentador de televisión de “Confesiones de una mente peligrosa”), Susan Orlean (la autora de “El ladrón de orquídeas) o él mismo. Con esto produce referencias a sí mismas que siempre son gratificantes. Desde la simple idea de que el propio John Malkovich se interprete a sí mismo, hasta las ideas algo más complejas de Kaufman,
Orlean o Barris que no sólo son los personajes protagonistas sino que además son los autores de la historia que están contando (y esa historia trata, en parte o completamente, de cómo cuentan la historia) –en el caso de Barris u Orlean me refiero a la novela, claro.
Además de producir juegos de auto-referencias y planteamientos imposibles dando que pensar al espectador, tienen un segundo efecto positivo. Siendo las historias de Kaufman normalmente tan desquiciadas y voluntariamente ajenas a la realidad, el hecho de que existan estos personajes “reales” dentro de la historia hace que el público acepte mejor lo que ve, llegando a plantearse en algunos momentos (aunque sólo sea brevemente) si tal cosa no habrá ocurrido realmente.
Entiéndase esto, como definición general de una estructura que escapa de los clichés habituales del cine, y no como simplemente una anarquía descontrolada, que claramente no es. Como particular, diré que me refiero a dos casos. Uno, el que se puede ver casi todas sus películas, es aquel caso en que la estructura difiere del estilo habitual de introducción, desarrollo, etc. Aunque esto no es tampoco nada rompedor en el cine actual, pues muchos “independientes” juegan con ello, se puede decir que en las películas de Kaufman uno no sabe lo que debe esperar, por donde va a continuar la trama ni como va a terminar. Ayudado por lo extraño de los sucesos, y porque no suele haber un objetivo claro para los personajes, además de por el ingenio de buscar nuevas formas de resolver las situaciones, Kaufman nos sorprende casi siempre. Y por supuesto, sin trampas, de esto hablaré más adelante.
El segundo caso, es algo más claro en cuanto a desestructuración. Pues hablamos directamente de desordenación de la historia (“El ladrón de orquídeas”, “Olvídate de mí”). Una vez más se podría decir que no nos encontramos ante nada especialmente nuevo, pues casi hablaríamos de una moda en cuanto a desordenación del argumento. Sin entrar a despreciar ciertas películas que juegan algo torpemente a este divertido aunque complicado arte de romper la continuidad cronológica, hay que decir que Kaufman ha demostrado una inteligencia y habilidad muy grande a la hora de ponerse a ello. Ejemplo importante de ello es “El ladrón de orquídeas” donde, a rasgos generales la historia está fracturada en tres tiempos diferentes que van intercalándose de diferentes maneras casi a nivel de secuencia. Esto aporta un saludable ritmo a la película y nos ofrece diferentes informaciones justo en el momento en el que tiene que hacerlo, ni antes ni después. Uno salta en el tiempo de un plano a otro y no siente que haya habido ningún bache. Toda la historia avanza con una suavidad envidiable. En cuanto a “Olvídate de mí”, aquí ya podemos hablar de juego para el espectador. Un pequeño rompecabezas sin ninguna pieza perdida, donde el engaño válido aparece con el juego de los tiempos. Es el propio espectador el que va recomponiendo las piezas según avanza el metraje y poco a poco descubre cual es la verdad de la historia y donde estaba los trucos, sin necesidad de explicación final o flashbacks ensordecedores. Un ejemplo a seguir.
Kaufman no hace trampas. Juega, engaña, despista, pero siempre siguiendo las reglas, sin sacarse nada de la manga, sin resolver una situación de forma fácil en su propio beneficio. Y, siempre, si va a mostrar algo dudoso, que pudiera hacer que un espectador se sintiera traicionado, lo “avisa” con antelación para que no sea una trampa. El que avisa no es traidor.
Este punto es, si cabe, el más subjetivo pues se trata de la interpretación que puede hacer el espectador, que es siempre difícil saber si estaba en la intención de Kaufman o en la mente deseosa de más de la audiencia.
Kaufman usa las interpretaciones para diferentes objetivos. Por ejemplo para ofrecer una lectura más interesante de lo que es en principio una historia menor. Lo que sería el uso habitual, simbolismo, etc. Pero como muchos otros elementos del cine de Kaufman, este también tiene otras utilidades. Le puede servir para evitar caer en lo convencional. Quiero entrar en un ejemplo que, creo, muestra muy bien lo que quiero decir: el tema de la esquizofrenia, tratado hasta la saciedad en el cine, como el mismo
Kaufman denuncia en “El ladrón de orquídeas”, está, según mi opinión, presente en al menos dos de las películas de este guionistas. Sin entrar en detalles ni nombrarlas por no contaminar con mis interpretaciones la mirada limpia del lector, quiero decir que estas películas tranquilamente podrían haber acabado con una explicación habitual acerca de la esquizofrenia del protagonista y detallando cuales de las cosas que habíamos visto eran de verdad o no. Esto no interesa a Kaufman. ¿Por qué no? Porque jugar a eso da la oportunidad de construir una trama imposible que tiene en vilo al espectador y que no se podrá resolver de otra manera que no sea la del enfermo mental. Esto no le vale a Kaufman, demasiado fácil para el guionista, demasiado frustrante para el espectador mínimamente experimentado que espera algo más. ¿La solución? Kaufman resuelve perfectamente la trama sin necesidad de recurrir a ese truco. No hay ninguna alusión al tema al final, pero sí va plagando la película de detalles que te hacen esperar ese final. Cuando no lo hay, tienes dos películas: la que has visto, un tanto fantástica y de película; y la que subyace en el fondo que se ha dado a entender levemente y que aporta elementos dramáticos muy interesantes. Y no quiero entrar en más interpretaciones subjetivas.
No quiero desvelar nada que no debiera e invito a todo aquel que no haya visto “El ladrón de orquídeas” que salte hasta la siguiente negrita, pero es que este punto es esencial para terminar. Excepto el asunto de la estructura, el resto de aspectos del cine de Kaufman (Charlie) que he descrito, se resumen , creo que muy bien con el personaje de Donald Kaufman, el hermano gemelo de Charlie... que realmente nunca existió i no es en la juguetona mente de su hermano real.
1- El humor: Donald protagoniza en “Adaptation” algunos de los momentos más hilarantes. Todo el personaje está construido con de humor. Hace gracia y a la vez el personaje tiene sentido del humor.
2- Introducción: Sobre lo dicho en la introducción, Donald nunca se atrevería a aburrir a su público, a hacer un guión sólo sobrevalores, y sabe cuales son los mecanismos de un guión de corte clásico, sabe manejarse de manera que el espectador no se encuentre perdido.
3- Personajes extraños: Aunque no es de los personajes más extraños que han desfilado por as películas de Kaufman, es si duda un tipo un tanto particular. Algo tonto pero de ideas claras y triunfador (casi un Forest Gump), y aporta muchos momentos de humor a la película.
4- Realidad o ficción: Este punto creo que está claro, Donald Kaufman nos aporta una cierta realidad a la película que realmente es falsa. Si muchos personajes “reales” como Malkovich con, en realidad, distintos a como son en el mundo real – son sólo personajes – esto está llevado al extremos con Donald que en la realidad ¡ni siquiera existe! Eso sí, aparece como coguionista de la película y esto tiene mucho sentido, porque, en parte la ha escrito “él”.
5- Interpretaciones: Creo que ya muchos habrán captado por donde voy aquí, ya que no está demasiado oculta la interpretación de que Doald Kaufman es en realidad el alter ego de Charlie. Ese otro yo extrovertido que hacer lo que Charlie no se atreve a hacer, ese otro yo que escribe los guiones de baja calidad que a veces le gustaría escribir a Charlie por pura diversión.
Además, mediante esta interpretación la película adquiere valores dramáticos mucho más interesantes. De nuevo el hecho de que sea coguionista de la película (e incluso que esté dedicada a su memoria) vuelve a tener sentido. Charlie juega sugerirnos que realmente él cree que tenía un hermano. O quizá que él como guionista ha sufrido esa transformación simbólica. O simplemente todo es mentira (realidad o ficción). Nunca se sabe.
6-Sin trampas: He invertido el orden de estos dos últimos aspectos para explicarlo mejor, no para hacer un guiño a las estructuras de Kaufman. Al final de la película podría haberse descubierto lo que era imaginado y lo que no, etc. Podría haberse hecho una serie de flashbacks convencionales mostrando situaciones anteriores. Pero eso, en el fondo, habría sido trampa, y quizá el espectador hubiera podido quedar engañado.
Por ello Kaufman prefiere resolver la película honradamente y dejar tan sólo a la interpretación el otro aspecto.
FILMOGRAFÍA DE CHARLIE KAUFMAN
Comenzó como guionista de series de televisión como por ejemplo: “Búscate la vida” o “Matrimonio de conveniencia” (“Ned and Stacey”).
Después se ha dedicado exclusivamente al cine.
Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze, 1999)
Being John Malkovich
John Cusack
Cameron Díaz
John Malkovich
Comienzo rompedor que dejó claro que había un nuevo guionista en la ciudad. Ingeniosa y divertida, esta película supone un inicio que dejaría a pocos indiferentes. Una de esas operas primas que rápidamente pasan a la categoría de película de culto. Define bastante bien el estilo de Kaufman. Fue nominado al Oscar por el guión.
Human Nature (Michel Gondry, 2001)
Patricia Arquette
Tim Robbins
Aunque entretenida y, desde luego, muy original (una pequeña oscura), esta es quizá su obra menos interesante desde mi punto de vista. Una película que se ve fácilmente y que tiene cosas buenas pero que no termina de cuajar.
El ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2002)
Adaptation
Nicolas Cage, Nicolas Cage
Meryl Streep
Chris Cooper
Segunda colaboración con Jonze, es en mi opinión la de mayor calidad y la más completa. Como ya he expuesto en este documento creo que en esta película se encuentran todos los puntos fuertes de Kaufman. La película rebosa inteligencia pero no por ello resulta fría, conteniendo momentos de gran belleza o tristes. La película recibió varias nominaciones al Oscar (los actores y el guión) ganándolo Chris Cooper. La película atesora muchos otros premios (menos mediáticos pero de más calidad). Se trata de una adaptación nada convencional.
Confesiones de una mente peligrosa (George Clooney, 2002)
Confessions of a dangerous mind
Sam Rockwell
Drew Barrymore
Julia Roberts
George Clooney
Rutger Hauer
Esta vez se trata de una adaptación convencional, pero quizá debido a que el propio material del libro es muy “Kaufman”, pues es original, cínico y complejo. Cargada de detalles es, a la vez, la que más puede pasar por un trabajo menos llamativo y más convencional, pero cuidado, tiene más de lo que muestra. En Berlín, Rockwell ganó el oso de plata a mejor actor.
Olvídate de mí (Michel Gondry, 2005)
Eternal Sunshine of the Spotless Mind
Jim Carrey
Kate Winslet
Kirsten Dunst
Elijah Wood
Mark Ruffalo
Tom Wilkinson
Segunda colaboración con Michel Gondry, le reportó por fin el oscar la mejor guión. Basada en una premisa imposible es una de las películas de Kaufman que más juega con el simbolismo psicológico. Además es un divertido juego de composición que está finamente hilado. Con algunos de los más interesantes actores del circuito independiente.
Una película para disfrutar en varios visionados.
Lo que vendra...
Synecdoche, New York
Dirección: Charlie Kaufman
Philip Seymour Hoffman
Catherine Keener
Aquí tienes las precríticas de SYNECDOCHE, NEW YORK