Hace poco hablaba de la última
película de Kim Ki-Duk que se ambienta en algunas ciudades de
Europa. Ahora es el caso de Aki Kaurismaki que ha dejado
Finalandia para situar su nueva película en el Le Havre, al norte de
Francia. Eso no quiere decir que haya abandonado su estilo tan
característico.
Se presenta en la sección Perlas, en
el festival de San Sebastián, después de haber pasado por Cannes.
Alguno, al ver la sinopsis, puede desconfiar: un limpiabotas, un
joven emigrante... ¿el quemadísimo cine social estándar? Podemos
estar tranquilos en este sentido, pues, temática aparte, lo que
tenemos es la personal mirada tragicómica de Kaurismaki, siempre
original, aunque también es cierto que sin ninguna prisa, calmada.
Toques de humor inesperados, a veces casi imperceptibles, y una
imágenes que, no sin cierta artificiosidad, iluminan con colorida
energía la pantalla.
No se olvida en esta película de una
de sus actrices habituales, la finlandesa Kati Outinen. Por
otro lado se roderá de actores franceses como André Wilms a
quien tenemos en el festival también en la película Americano.
Veremos que tal la sienta al director la aventura francesa, y si
llevará esa actitud fría y extraña a un país tan distinto al suyo
como es Francia.