Soy un firme admirador del trabajo de Michael Mann, desde la absoluta redondez de El dilema hasta la fuerza eléctrica de Heat y Collateral, pasando por el puro estilismo cool de Corrupción en Miami, evidentemente más floja que las anteriormente citadas.
Aún así, no me encuentro especialmente entusiasmado ante esta nueva película. Me adelanto mucho con esta precrítica a su estreno, pero intentaré aún así encontrar motivos lógicos a mi desconfianza -tampoco llega a ser tal, "desconfiar" es un término demasiado pasado de revoluciones aquí.
La verdad es que me cuesta ver a Mann en la primera mitad del siglo XX, entre trajes, sombreros y viejas ametralladoras. Es otro rollo, esto no es ver a Robert De Niro entre chicanos en Los Angeles. Ni seguir a Tom Cruise crimen tras crimen por las calles de idéntica ciudad. Ni siquiera se acerca al sabor diferente de Corrupción en Miami.
Cierto es que Mann supo adaptarse en El dilema y, en mi opinión, lograr precisamente su mejor película. Pero, ojo, no estaba tan lejos de otras de sus películas como pueda parecer superficialmente. Y soy de los que no disfruta demasiado con El último mohicano. A buen entendedor...
Su estilo nervioso, de trabajo en vídeo, se escapa de las necesidades de la narración que aquí tendrá que afrontar. Tampoco me parece el de Johnny Depp, a priori, un estilo interpretativo acorde al cine de Mann. Son todas vagas impresiones, lo sé. Pero están ahí. No las puedo disfrazar de otra cosa.
Sí me gusta la presencia de Christian Bale, si bien su buen tino para elegir proyectos anda tambaleándose de un tiempo a esta parte (veremos qué sale de Terminator Salvation, pero no olvidemos que se ha metido con Mark Wahlberg en lo último de David O. Russell, de pinta poco fiable...).
Al final es Michael Mann, al final sé que no será una mala película, no aburrirá, tendrá ritmo y tendrá una estética cuidada, con un estilo sobradamente conocido. Pero... ¿será algo más?