Mis espectativas eran otras. Pero es más seria quizás, con un humor más a largo plazo y no tan directo. Y ha ido en la línea de la media sonrisa y la pequeña carcajada. En ese sentido en la línea que ya se veía venir. No me imaginaba un film que se implicara más de lo suficiente en adentrarse en el conflicto afgano-soviético. Una peli de despachos, de whisky importado, agentes veteranos de la CIA como Hoffman del que luego comentaré, secretarias de "Playboy" y cosas por el estilo. Me deja con buen sabor de boca ese Tom Hanks que interpreta al congresista Charlie Wilson concienciado de terminar con la invasión soviética en Afganistán y que decide recaudar fondos allá donde se pueda. Ese congresista corrupto, alcohólico, mujeriego. No es tan pedante como me lo veía viendo en el trailer y sin embargo es menos gracioso que en el mismo. Es de esos personajes que destrozados por dento y por fuera acaban por decir y hacer algo importante porque quizás lo valgan y creen en sí mismo y en la causa. Muy americano. Muy directo en sus salidas de tono y con ese vestuario de camisa con tirantes muy típico. Pero sin duda Philip Seymour Hoffman es la interpretación más redonda, más fresca y con más toques de humor lleno de sarcasmo de toda la cinta. El más absurdo a primera vista. Un grueso agente secreto, fumador empedernido, con gafas y bigote. Todo un poema. Compañero de ruta del congresista Wilson, Hoffman es su maestro Zen particular. Sin comentarios Julia Roberts. ¿Pero qué peinado tan ridículo? Está claro que destaca la señorita y eso es lo que se quiere pero ella en sí va todo ridícula ya. No el personaje que interpreta que sin duda es interesante, consecuente, chantajista, eficaz y muy sensual. El pecado de Wilson y el pecado en general. Pero es que ponerle en bikini a Roberts a estas alturas está muy de más. Y con esos escotes huele a silicona. La veo my pasada, mayor. Ya no es un angel. Bye bye my darling.
Los momentos más brillantes son las reuniones de salón entre el señor Wilson, Hoffman, los jefes de estado pakistaníes, egipcios, agentes secretos israelíes, etc... Esos tú a tú entre Hanks y Roberts de conveniencia. Vamos, que el humor que nos ofrece la peli no es de carcajada sino de concepto. Y al final todos ya sabemos lo que pasó y cómo terminó todo. Y a quién le dieron ese galón. La historia de Charlie Wilson y una guerra que terminó siendo suya. Y mi nota se mantiene y no baja ni sube por razones obvias. Porque como conjunto esta cinta acaba siendo algo más que una simple comedia que quiere ser crítica y recordar fantasmas del pasado pero con más pena que gloria. Hay que reconocer que no la recordaremos demasiado y que si no hay ardor es por poco. Por eso ahí se queda como una más.