Dinamarca nos ha dado unos cuantos
cineastas muy interesantes, con proyectos atrevidos, innovadores.
Este no es el caso. Por lo que ha demostrado hasta ahora Nikolaj
Arcel, es un director más bien justito y convencional. Como
guionista, más de lo mismo: se encargó de la más bien pobre
adaptación sueca de Millenium.
La película que nos ocupa parece un
ejemplo claro de producto para exportar. A América, se entiende, y
de ahí al resto del mundo. Se ha conseguido: se hizo con la nominación al
Oscar a película extranjera, que era imposible de ganar viendo sus
contrincantes, pero que le ha servido para darse a conocer y poder
poner el sello en el poster, que es lo importante. Y es que se trata
de una peli de época, con trama y con ese toque europeo un punto más
atrevido que les atrae a los americanos. Eso sí, sin complicaciones
excesivas.
Es clave incluir una cara que suene
internacionalmente, y quién mejor que Mads Mikkelsen, que ha
sido villano Bond, y que de paso, es un excelente intérprete. El
material, una novela sobre hechos históricos, suficientemente
informada para contarnos los rumores de palacio. Tiene que ser
entretenida, pero no esperemos mucho más. Será una adaptación correcta.