Esta podría ser una de las conclusiones de la última jornada, hasta la fecha, del Festival Internacional de Cine de Berlín. Si ayer la Pfeiffer encandiló a la prensa especializada con su comparecencia en la Berlinale, hoy Moore llegaba al certamen en compañía de Parker Posey, para presentar Happy tears, comedia agridulce que, sin embargo, no ha terminado de encandilar en ningún momento a público ni a crítica.
Casi todas las firmas especializadas coinciden en calificar la película del realizador Michell Lichtenstein de convencional, con coletillas del tipo de "se deja ver".
La otra cinta a competición, Katalin Varga, se trata de una co-producción húngaro-rumana dirigida por Peter Strickland, con una fuerte carga dramática y donde los paisajes naturales cobran gran importancia. Esta particular propuesta tampoco ha terminado de convencer a la prensa desplazada a la Berlinale.