La película francesa Martyrs ha traído la polémica a Sitges. La cinta película ya se pudo ver en Toronto y Cannes, donde la calificaron de "extrema" o "asquerosa", y no pocos espectadores prefirieron no terminar de verla. Ahora, la experiencia en Sitges ha sido similar. La organización, quizá entrando al trapo o quizá preocupada, quiso tener todo bien atado y dispuso desde el primer minuto de proyección de una ambulancia ante posibles mareos o indisposiciones.
Sin embargo, aparte de mareos, lo que más pudo dejarse notar entre los espectadores fueron arcadas, entendiéndose de manera literal, hasta el punto que uno de los espectadores acabó por vomitar en la propia sala. El número de personas que parece entonces habían abandonado la sala era más que considerable.
En la rueda de prensa posterior, el realizador Pascal Laugier, se defendió con una declaración que no hizo demasiada gracia a los presentes: "No he querido recrearme en las escenas de violencia". "Esta es una película sobre una persona católica, educada en la tradición católica y familiar, pero yo ya ni practico ni soy creyente". añadió.