Robocop vs Robocop


07 de Marzo de 2014
por Iñaki Ortiz

Es de agradecer que el nuevo Robocop haya mostrado humildad y respeto hacia la obra original de Paul Verhoeven. Ya desde el título, que indica "Robocop (2014)", sin querer robar el nombre a la original; aquella era Robocop, a secas. Por otra parte, decide contar su propia historia, distanciándose bastante en argumento y en temas a tratar de aquella. Así se ahorra perder en las comparaciones con uno de los grandes clásicos de ciencia ficción. Pero lo que me interesa aquí es precisamente qué ha cambiado en estos 27 años. En las diferencias entre ambas películas apreciamos muchas de las diferencias del cine comercial, y por extensión de nuestras sociedad.

Robocop

En 1987, Robocop fue una hija de su tiempo, de la era Reagan y de la corriente profundamente distópica del Cyberpunk (sé que últimamente uso mucho esta etiqueta, pero es lo que hay). La película nos ofrecía una visión oscura, sucia y antiecológica de la ciudad de Detroit. Una sociedad perdida entre la pobreza y la criminalidad -dos caras de la misma moneda. Y sobre todo, la piedra angular del género: las malvadas megacorporaciones y la capitalización de lo público. La sociedad como un mercado donde jugaban las grandes empresas a su antojo, el fin de la democracia. El capitalismo más salvaje. Como casi siempre ocurre con la ciencia ficción, aquello era un extremo de los defectos de la época. Un aviso.

En la nueva Robocop, las cosas han cambiado. El presidente de Omnicorp no es un ejecutivo de aspecto malvado y sin escrúpulos. Es una figura apreciada en público, que sabe jugar con el lenguaje, que entiende las emociones de la opinión pública. Es igual de hijo de puta que el de la primera película, pero sabe ser un lobo con piel de cordero. Viste con ropa amigable y tiene una cara simpática (aunque ambigua), la de Michael Keaton. No es un presidente, es un CEO. Podría ser Steve Jobs.

Michael Keaton en Robocop

Si entonces se denunciaba el liberalismo voraz, aquí se señala la peor amenaza de nuestro tiempo: la publicidad. Todos odiábamos Microsoft, pero ahora amamos a Apple o a Google. Las grandes empresas saben que ya no basta con el poder, es necesaria la imagen. Ya no vale con cargarse la democracia, ahora hay que hacer creer al pueblo que sigue teniendo la sarten por el mango, que decide. Toca aparentar.

Tampoco es ahora Detroit un lugar humeante y sucio, la conciencia ecológica ha cambiado, aunque a veces solo sea también, como pura imagen. La nueva Robocop no llega a ser postcyberpunk como Her, en la mayoría de los aspectos sigue heredando las características del viejo género (prótesis, tecnología invasiva, megacorporaciones) pero sí tiene un elemento: una sociedad preocupada, ante todo, por mejorar el estado del bienestar. Esto se ve también en una relación del protagonista mucho más dulce con su familia.

Algo que claramente ha cambiado en estos años es la violencia. No hablo solo de muertos, sino del impacto. Es cierto que Paul Verhoeven, era precisamente uno de los cineastas más atrevidos en este sentido, pero quizá también por ello fue quien firmó varios títulos para el recuerdo. La nueva Robocop es para un público más blandito, y la violencia es mucho más inocua. El ejemplo más claro está en el ataque a Murphy, que entonces fue brutal y ahora se soluciona con una pulcra explosión. Se dice mucho que el cine americano no tiene escrúpulos para mostrar la violencia más descarnada mientras que se ruboriza con el sexo. Creo que eso está cambiando, cada vez es más permisivo con el nivel de sexo (aunque aún está a años luz de Europa), pero el nivel de violencia ha bajado considerablemente. Cuidado con esto porque es un arma de doble filo. Por un lado, es cierto que la violencia está menos presente, pero por otro lado, quizá se aligera demasiado. Puede que sea más efectivo que la muerte y el dolor nos resulte impactante y desagradable, antes de que nos acostumbremos peligrosamente a convivir con ella. Vivimos en un tiempo en el que la guerra supone acabar con la vida de alguien desde quinientos metros de distancia, sin oler la sangre. Quién sabe.

Cara ácido

Otro de los cambios entre estas dos películas, es que en la primera había un planteamiento de la personalidad humana desde un aspecto más bien filosófico. Planteaba algunas de las grandes preguntas. En esta ocasión, la cuestión de la mente se aborda desde un punto de vista más científico, con cuestiones más precisas y más detalladas. La ciencia ha hecho grandes progresos en las tres últimas décadas en cuanto a la comprensión de como funciona el cerebro humano, y esto se refleja en la película. Más que una reflexión sobre ética y filosofía como era aquella, aquí hay un pequeño "estudio" del comportamiento del cerebro y de la mente, al estilo de lo que puede ser un capítulo de Redes. Con menos chicha y con tiros, ya me entendéis. Es, por ejemplo, la diferencia entre la concepción de la inteligencia artificial de Blade Runner y la de la reciente Eva, que ahonda más en la composición de la inteligencia que en su existencia. Esto, probablemente hacen de esta una obra mucho más caduca, consideraciones de calidad aparte, que la de entonces, que se centraba en cuestiones más abstractas.




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RoboCop

 (RoboCop)
Director: José Padilha
Actores:
Joel Kinnaman
Gary Oldman
Michael Keaton
Abbie Cornish
 



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